Según las costumbres manchegas, ‘La Noche de los Finaos’ es una noche en la que las familias se reunían en torno a la mesa camilla, con velas o mariposas, ya que los muertos venían a pedir justicia.
La escenografía escogida para este año mostraba la casa de una persona pudiente en uno de eso velatorios que, justamente, se estaba celebrando en la ‘Noche de los Finaos’. La decoración, totalmente fiel a la época, tenía todo tipo de detalles que hacían a las personas sentirse en un auténtico velatorio.
El presidente de Raigambre, Luis Miguel Ferrero, era el encargado de recibir a las personas que se animaron a conocer de primera mano los usos de un velatorio antiguo.
A lo largo del recorrido, Ferrero iba explicando cómo se velaban a los difuntos en aquella época. Así, Ferrero afirmaba que, por ejemplo, las personas adineradas pagaban a mujeres para que rezaran por el alma del difunto y para que acompañasen a la familia.
En una de las escenas, el presidente de Raigambre narraba la historia de cómo una mujer le gastaba una broma a su marido, harta de que éste se fuera al río a pescar por las noches, bebiéndose su vino y llenando su tinaja con cantos. En una de esas noches al marido se le presentó un espíritu para ‘maldecirlo’ afirmando que llenaría su tinaja con cantos. Desde ese día, y según Ferrero, el hombre se volvió creyente.
En la última de las escenas, y tras la explicación del presidente de Raigambre, una mujer vestida completamente de negro contaba una historia que narraba una de las bromas que, en muchas ocasiones, se realizaban en este tipo de eventos.
Un recorrido por el pasado de nuestras tradiciones que sirve para recordar a las ánimas del purgatorio y a ese mundo del más allá.
