En torno a las 21:00 horas daba comienzo la III Quedada Nocturna ‘Bike del Vino’, que este año superó el número de inscripciones con 64 participantes. Los ‘biker’, que salieron desde el Complejo Deportivo ‘Virgen de la Cabeza’, empezaron la salida nocturna con muchas ganas dirección a San Carlos del Valle.
Con forme caía la noche, el cansancio parecía hacer mella en más de un ciclista pero la ilusión de completar una ruta de aproximadamente 50 kilómetros les alentó a terminarla. Durante la primera parte de la ruta más de una bicicleta decidió pincharse pero pronto eran resueltos esos problemas por parte de la organización y de los propios ciclistas.
La noche avanzaba, el aire fresco reconfortaba a los bikers y los focos de las bicicletas hicieron de guía de todos los participantes hasta llegar al cruce de la carretera de San Carlos del Valle con el Pozo de la Serna. Allí, la organización dio libertad a los ciclistas para subir, si querían, al primero molino de la Sierra del Cristo. Los valientes que lo intentaron subieron sin ningún problema, aunque a alguno le costó un poco más dado el cansancio que atesoraban sus piernas.
Tras esto, todos los participantes llegaron a San Carlos del Valle donde, además, pudieron disfrutar de un refrigerio para coger fuerzas para los 27 kilómetros que restaban a la ruta. Unos kilómetros que, pese a su poca dificultad, supusieron más de un susto para los ciclistas.
Una vez reanudada la ruta, los pinchazos y las averías volvieron a hacer acto de presencia. Una vez reparados los pinchazos los ciclistas encaraban los últimos kilómetros con más fuerzas y ganas que al inicio. Durante esta parte de la ruta, un joven biker se cayó de su bicicleta y como consecuencia de la caída el codo se le salió pero, gracias a la rápida actuación de la organización y de Protección Civil, el joven fue trasladado al Hospital de Valdepeñas.
Últimas pedaladas que sabían a gloria para muchos cuando, atravesando caminos por el campo, se vislumbraba a lo lejos la Ciudad del Vino. Una vez llegados a Valdepeñas, todos los participantes fueron invitados a un aperitivo en el Restaurante Europa, aunque más de uno no aguantó el cansancio y se fue a su casa más rápido que ninguno.
En definitiva, una jornada ciclista marcada por el buen ambiente, por el agradable tiempo y por el amor a las bicicletas.
