martes. 23.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo LXX. El amante

En una sociedad donde todavía se da una cara y a escondidas se desatan los instintos más primarios, del amorío, hoy la cosa va de cuernos, bueno mejor dicho de amantes, de aquellos que se aman, estén casados o no, a escondidas o públicamente. En la antigüedad estaba mejor visto que ahora, claro que algunos dirán: “Es que eran unos primitivos, involucionados”. Yo digo que quizás no.


 

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El mejor amante de todos sería aquel, que sin un mínimo esfuerzo fuese delicado y expresivo, cariñoso, perfecto, en su puntito, nada egoísta, bueno eso es algo difícil, tierno, romántico, y que sepa escuchar, pues hablar un rato, lo hacemos y somos los seres más incomprendidos de este redondo planeta, aunque algunos lo ven cuadrado y no me refiero sólo a la tierra.

Cuando se busca un amigo-amor, es que en la relación algo falla o quizás no, una alegría para el cuerpo, la rutina o quizás es que somos personas con la capacidad de amar a más de una o uno.

Esto parece Carry Bradtson en New York, el fin de un amorío es terminar juntos para siempre y comer perdices. Me parece que no.

Cada persona, es un mundo, y cada mundo una manera de amar distinta, todo cabe, todo vale, con la idea de ser un poquito más felices, de sentirnos vivos y queridos, y en el arte de amar, el tiempo ni la edad existen.

Quien no admira una bonita obra, aprecia el sabor de un buen chocolate o desearía poseer un buen monumento, quién diga que no a eso, miente como un bellaco.

El secreto para mí, es vivir el momento, sin futuro ni pasado, solo presente, sin retrasos mentales que sólo retrasan la felicidad.

Se que hay algunos que no podrán, aunque solo es cuestión de practicar mucho y hacer los deberes, y por supuesto dejar de pensar en uno mismo.

Grandes damas los coleccionaban o coleccionan como churros y señores adinerados, también las más jóvenes y hermosas, y eso está bien visto. Pero si a una le pillan mirando al del butano, eres lo peor del mundo. Doble moral, porque a toda hija de vecina le gustaría que la levantaran como si fuese una bombona.

Para mí, el mejor amante del mundo es aquel que esta siempre dispuesto, en silencio, comprensivo, y después de cada uso, duerme en la mesita de noche.

Desde la puerta de mi casa, me he dejado las llaves dentro, no encuentro la radiografía, me costará 400 € abrirla, y encima me hago pis, se despide la bebedora compulsiva de té.

Capítulo LXX. El amante