viernes. 19.04.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XL. La belleza

¿Qué hacemos la mayoría al levantarnos? Tirar de redes sociales. Pero hoy me ha sorprendido una noticia un poco absurda, que me ha dejado perpleja. Claro que una humilde servidora tiene un concepto bien claro de lo que es ser guapa.

Si expulsamos a todos los guapos de nuestros países a una isla, Europa sería la más fea del mundo aparte de las muchas miserias que afloran cada día como las setas.

Para mí ser guapo o guapa es todo lo contrario a parecer que estás muerta de hambre. Esas chicas sin curvas ni tetas, todo el día mirándose a un espejo, que cuando les sale un grano en la nariz se quedan dos días acostadas, con el único sustento de un yogurt natural.

Y qué decir de ellos, que pasan más tiempo que ellas delante del mismo tirando de pesas y de máquinas de depilar. Lo peor de todo es que nunca se ven bien.

Un día, unos listos, terapia en mano, le pusieron nombre a una enfermedad y así paliar todos sus males llenando las carteras. La Puri, que es muy burra, lo arreglaría todo con un buen plato de potaje y unos chorizos. Y no quiero menospreciar ni ridiculizar algo tan serio como es una enfermedad que en silencio llena los hospitales.

Los de ahí arriba para ahorrar costes impusieron la talla de una chica de trece años a una de veinte, sin pensar en el sufrimiento de las personas que no se quieren mucho y encima tienen que embutirse como morcillas en unos pantalones. Pero al paso salen unos cereales qu, si es lo único que comes durante dos meses, entrarás divinamente en los mismos. No es de extrañar que hay gente desnutrida que por estar guapa se cae por las escaleras del metro.

En los años dorados de Hollywood nuestras pantallas se llenaron de curvas y bellezas naturales. La única glamurosa delgadísima que nos enamoró a todos desayunando con unos diamantes, estaba así por culpa de la Segunda Guerra Mundial. 

Nuestro cine español también dio buena cuenta de ello, entre volantes y minifaldas, buenas piernas y no menos escotes que enamoraron a todo un país. 

Lo peor es que si servidora se presenta en un trabajo cargada de cualidades y aptitudes, como no lleves el pelo bien cuidado y los labios de la Loren, no te comes ni un rosco.

Y si en las salidas nocturnas las cuatro guapas de turno van contigo, terminas arrinconada en la esquina de la barra.

Yo no tengo complejo de fea, al contrario, pero me quiero un poquito más y encima como lo que me da la gana.

Es importante verse sano y la sonrisa aflorará sola dando la sensación de serenidad.

La belleza no debería ser un don amargo.

Capítulo XL. La belleza