jueves. 28.03.2024
LAS HISTORIAS DE KUKA

Capítulo XXXVIII. Deprisa

Un abuelo con posibles siempre podrá ayudar a la prole, aunque ésta haya metido las manos en el cajón. Lo que no interesa se mete debajo de la alfombra y ya está. Eso sí, el bulto es cada vez más grande.

Y si yo tomo prestado un saco de patatas en el súper, puedo terminar entre rejas pues no tengo padre o suegro que me mande lejos, muy lejos en la corte de un gran sultán rodeado de lujos y posibles, y un pueblo hambriento lleno de polvo y desierto.

Corriendo como las locas, me voy al funeral de la más guapa de España, por el camino me da tiempo a abuchear a algún cuervo y tirarles un chorizo rancio a la luna de un coche. 

Eso sí, en dos idiomas, pues es bueno saberlos, por si uno de ellos mata al otro y nos obligan a parlar lo que sea.

Cuidado por donde cruzas y no te quejes en las colas, porque te puede costar un ojo morado, mira al suelo, prohibido mirar a los ojos por si te cuesta otro.

La olla está a punto de explotar y de que las lentejas se peguen al techo. Mejor así porque si caen se las comerá la multitud hambrienta. La misma que pide justicia, y también la que está muy cabreada porque ya no podrán ser ricos a base de créditos personales.

Me abro paso entre pancartas y preferentes, con cuidado de no pisar a algún mendigo, y hago una parada en el comedor social.

Mi Kuka, más liada que el moño de una loca, intenta poner orden y que a cada comensal no le falte nada. Le doy un beso y salgo corriendo para asistir una vez más este año al desplome de un ataúd a su fosa. Sé que cuando le planten entre gritos y cantos la lápida de Carrara pasara al olvido nacional, pues a toda prisa nos embutirán como a morcillas más nefastas noticias. Claro que tan rápido van las mismas, que no nos dejan pensar, y menos reaccionar.

Dicen que la vida está en la calle, y la otra vida en las alfombras rojas, las mismas ajenas a todo lo que ocurre fuera de Matrix. Eso sí, si pagan bien nos hacemos la foto con el delantal y el cucharón en la mano.

Está claro que lo que no interesa lo desechamos o lo mandamos fuera, y si una sociedad se escandaliza porque pidan justicia a los cuatro de siempre ven normal que la gente rebusque en los contenedores.

Algo no funciona. ¿Nos habrán puesto algo en la comida que nos ha dejado sin sentido ni rumbo?

Y para remate sale un asiático estilo Joker amenazando el mundo. ¿Dónde está Batman?  Ya sé, llevándoselo calentito a un paraíso fiscal para que no le embarguen también.

Bueno, para no dramatizar más daré una buena noticia. Ha salido el sol por fin, aunque no podré tomar el sol en pelotas en la terraza, porque los vecinos se asoman por las esquinas.

Un beso. Pura.

Capítulo XXXVIII. Deprisa