viernes. 19.04.2024

No desaconsejaremos su uso por ningún motivo, pero sus particularidades de la utilización en el trabajo (que suele ir ligado a largos periodos en bipedestación) y sus posibles consecuencias negativas sobre la salud del pie del trabajador deben de conocerse para evitar posibles problemas podológicos.

Antes las únicas consideraciones eran la seguridad y la durabilidad, pero ahora también se deben tener en cuenta la comodidad del trabajador y cualidades como ligereza, comodidad, y una buena adaptación a la forma y tamaño del pie.

Las diferencias entre un calzado normal y un calzado de seguridad son los distintos elementos que incorpora o incluso las diferencias en su proceso de fabricación para garantizar la integridad del pie en hipotéticos episodios de riesgo que se pueden dar en el trabajo. El calzado de seguridad variará de un sector laboral a otro según los riesgos específicos de cada trabajo. El empresario debe confeccionar una lista de control, con la participación de los trabajadores, para cada sector de la empresa o ámbito de actividad que presente riesgos distintos. Es por esto que consideraremos los elementos más generales de este tipo de calzado. 

La puntera de acero es el elemento más característico. Esta garantiza una protección suficiente frente a impactos en los dedos, que suelen ser la parte más expuesta. Pero en muchas ocasiones el habitáculo de la puntera no es suficientemente amplio para los dedos, produciendo problemas y deformidades a nivel digital, como dedos en garra entre otros… También debemos asegurarnos que la parte final de la puntera permita el movimiento natural del pie durante la marcha sobre todo en la etapa de despegue, en la que los dedos se flexionan. Para evitar estos problemas debe cerciorarse de elegir bien la talla que mejor se adapte a su pie, a veces al tratarse de un calzado especial, es necesario elegir una mayor a la habitual.

Otro elemento muy característico, sobre todo en el sector de la construcción, es la entresuela metálica para evitar perforaciones. Esta suele hacer al calzado demasiado rígido mayormente en la deambulación. 

Para evitar el riesgo de resbalamiento se usan suelas externas de caucho o sintéticas con diversos dibujos; esta medida es particularmente importante cuando se trabaja en pisos que pueden mojarse o volverse resbaladizos. El material de la suela es mucho más importante que el dibujo, ya que es el que debe presentar la fricción con el suelo.

Por naturaleza, el calzado de seguridad es más pesado que el calzado común, debido al peso del metal y a los materiales más gruesos que se utilizan para su confección. El peso provocará dolor y un aumento cansancio muscular en las piernas.

Por supuesto el uso debe ser exclusivo de cada trabajador. No se deben intercambiar entre varios trabajadores, pues la protección óptima se consigue gracias a la adaptación del tamaño y ajuste individual.

En ocasiones, los materiales con los que se fabrican no permiten la transpiración del sudor. El sudor puede acumularse facilitando posibles infecciones de la piel y de las uñas, e incluso lesiones dermatológicas a causa del aumento de humedad dentro del zapato. Para evitar esto, aplique polvos de los que existen en el mercado; e incluso cambie sus calcetines al menos una vez durante su jornada laboral y seque los pies a conciencia sobre todo en los espacios interdigitales (entre los dedos).

Mantenga sus pies protegidos durante su horario de trabajo, pero no se olvide de ellos al quitarse el zapato de seguridad. Cuidando y mimando sus pies, los mantendrá seguros y sanos siempre. 

Calzado de seguridad: amigo y enemigo