miércoles. 24.04.2024
MODA Y SALUD

Entrar en el Armario

¿Alguien puede imaginar que te instaran continuamente a revelar tu condición de heterosexual? En el caso de un sector de la población, motivado por una corriente progresista institucional y estatalizada, hay que decírselo a tus padres, a tus amigos y amigas, a tus profesores,… En definitiva: hay que hacerlo público. ¿Qué chico o chica sienta a sus padres y les informa que ha empezado a mantener relaciones sexuales con personas del otro sexo? ¿Por qué alguien que quiere tenerlas con alguien del mismo sexo debería hacer algo distinto? 

salir armario

Al igual que no es necesario para alguien que quiera mantener conductas heterosexuales, para una persona con una orientación homosexual tampoco.

La Homosexualidad se ha convertido en un discurso público y, lo público lo ha lanzado los medios de comunicación, a lo político, sanitario, religioso, legal, social, moral,… Se ha institucionalizado el discurso sobre la homosexualidad y, por tanto, se genera información desde lo público a lo privado. Y desde aquí, desde lo público, se legisla, la adoctrina, se forma, se trata, se terapiza, se moraliza,… cómo debemos comportarnos o pensar las personas. Quizá esto tenga sentido en otros ámbitos pero no en el de lo íntimo.

Por ello quisiera trasladar alguna opinión desde la Sexología. Utilizando la concepción de uno de mis profesores, Joserra Landarroitajauregui, no habría personas homosexuales y heterosexuales. Lo que podemos considerar son conductas homosexuales o heterosexuales. Un beso, un deseo, una pareja y un matrimonio se puede considerar homosexual o heterosexual, pero no a las personas. En rigor, homosexual y heterosexual son adjetivos y no sustantivos, como vienen siendo usados incluso por ellas y ellos mismos para autodefinirse como grupo. Como ya he mencionado en otras ocasiones, crear la propia identidad es tanto un proceso de adscripción a las características de lo que uno es, pero también de lo que no es. Es decir, creo mi identidad (también) por oposición al otro, al otro que es distinto que yo y del que quiero diferenciarme.

Dos observaciones. En primer lugar me gustaría dejar claro una diferencia que me parece esencial, y es que aun se confunde condición y conducta; la condición resulta de la sexuación y la conducta de la voluntad. Nos sexuamos como hombres o como mujeres en función de nuestros, genes, una composición hormonal, un desarrollo fetal y otros procesos: al igual sucede en el caso de la expresión de nuestro deseo. El proceso de sexuación no produce personas homosexuales o heterosexuales, sino hombres y mujeres ginerastas y andrerastas. Hombres con una orientación del deseo hacia los hombres y/o hacia las mujeres, y Mujeres con una orientación del deseo hacia las mujeres y/o hacia los hombres. En segundo lugar, la orientación sexual del deseo erótico (tanto la ginerasta como la andrerasta) son condiciones sexuales; así pues, ni son opción ni elección, ni potestad, ni están sujetas a voluntad alguna. Por más que la corrección política se obstine en afirmarlo. Uno no elige su orientación del deseo, del mismo modo que elige su fisionomía genital o su producción endocrina: de ningún modo. Ahora sí, uno elige (por las razones que sean) conducirse como mejor le parezca; y en razón de su libérrima voluntad puede incluso contenerse, abstenerse o, cual es el caso ahora de, civilmente casarse.

Seguro que todo el mundo recuerda que ya no vivimos en un Régimen Confesional Religioso, pero no está de más recordar que nuestro sistema político actual, tampoco es un Régimen Confesional Laico. Tenemos la libertad de expresión y la de privacidad. Por tanto, permitirle al ámbito privado, a las personas, la decisión, si lo desea y cuándo lo desee (que puede ser nunca), de expresar con quien se relaciona eróticamente.

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