MODA Y SALUD

Psicólogos

La psicología ha estado durante mucho tiempo vinculada a la enfermedad mental, y a los divanes y figura de Freud, sin que en general, la gente haya entendido qué es en realidad un psicólogo y a qué se dedican. 

Un psicólogo es un profesional que puede dedicarse a múltiples tareas: selección de personal, asesoramiento en marketing y publicidad, investigador, terapeuta, clínico (en un hospital, en centros de mayores, residencias y recursos para enfermos mentales, para menores con medidas judiciales, para menores en acogida…), en docencia, asesorando a deportistas, trabajando con drogodependencias, en un juzgado, orientador… Si bien la Psicología tiene cabida en numerosos trabajos, realmente no se valora su profesión. No dejamos de ser loqueros, a los que uno tiene que acudir cuando realmente se encuentra mal, y su vida pende de un hilo.

Soy consciente de que poco a poco esta imagen va cambiando, y que no son pocas las personas, que se acercan a los profesionales de la psicología con una mentalidad diferente a la mencionada. Yo me los he encontrado. Aclaremos pues cuál es la labor del psicólogo – psicoterapeuta. Al que uno acude cuando no se encuentra bien, buscando terapia.

En primer lugar diferenciar, que toda persona que haya estudiado psicología, no se encuentra capacitado para ejercer como psicólogo clínico, sanitario o psicoterapeuta, sea en el lugar que sea. Trabajar con personas es una enorme responsabilidad. Formarse como psicólogo es un camino largo, que requiere de formación y supervisión contínua, tanto en el plano profesional como en el personal. Porque, a nadie se le escapa que somos personas. Y como tales, tenemos nuestras propias dificultades y problemas. Para poder trabajar de forma honesta, esta parte es importante.

A veces las personas acuden a psicoterapia buscando que alguien les diga qué pasa, y qué hacer en determinados asuntos. Los terapeutas están lejos de aconsejar, pautar o decir qué hay que hacer. Se trata más bien de respetar, acompañar, y propiciar un lugar que posibilita que la persona encuentre sus propios recursos, entienda su propia historia, y se abrace sin prejuicios. A veces esto es complicado. A veces es corto, y a veces es largo. Pero no imagino nada más reconfortante y enriquecedor que acompañar a otros en el conocimiento de sí mismos.

Otras veces, las personas acuden a un terapeuta para que “arregle” algo de su hijo/a, de su pareja, de su padre… O sea, que la demanda no es propia, sino para otro. Es importante recalcar que es difícil (sino imposible) trabajar con aquellas personas que no quieren. Y a veces, podemos reflexionar sobre aquello que nosotros sí podemos hacer, en lugar de tratar que sea el otro el que lo haga. En el trabajo con niños, este tema es espacialmente importante, ya que concebir una terapia con niños en la que no participan los padres, es como engañarlos. Los papás tienen tanta o más importancia en el proceso terapeútico que los propios niños.

Cuando alguien me pregunta acerca de cómo elegir un buen psicólogo, o profesional de ayuda yo tendría en cuenta algunas recomendaciones generales:

- Formación acreditada y contínua (siempre se puede cotillear la información en Internet, referencias de otros profesionales, etc.)

- Una buena sensación. Fíate de tu instinto. En la primera cita y por qué no, incluso por teléfono. Es indispensable sentirse cómodo en la relación terapeútica, ya que no deja de ser una persona desconocida con quien vas a compartir datos personales. Que menos que estar a gusto.

- Confianza. Puede que pasadas unas sesiones, la sensación inicial desaparezca. Y es mejor hablarlo. Pregunta, no te quedes con las ganas. Los terapeutas normalmente establecemos un encuadre, o forma de trabajar, en la que informamos al paciente de las condiciones de la terapia. Puedes aceptarlas o no, y es mejor dejarlo claro cuanto antes. No es gratis, y tienes derecho a gastar tu dinero con quién tú quieras.

- No serás permanente mente feliz durante la terapia, ni tampoco desgraciado. Sí, quizá tengas que revisar cosas dolorosas, y quizá haya momentos de lucidez que te posibilitan mirar la vida con otros ojos. Pero recuerda que tú eres  quien lleva los mandos. La decisión siempre es tuya.

- El psicólogo es un profesional. Es cierto que lo emocional está mucho más presente que en otros ámbitos laborales, pero no deja de ser su trabajo. Eso le convierte en un empresario/trabajador más, que ejerce su profesión, y que mantiene una relación terapeútica con su cliente. Los límites y condiciones del ejercicio de su profesión, los marca el profesional. Si no, imaginemos al carnicero que nos vende la carne al precio que deseamos, o al médico que nos opera según nuestro criterio.

La labor de un psicoterapeuta es sagrada. Se rige por códigos éticos y deontológicos que regulan el ejercicio de su profesión. El paciente puede acogerse a ellos en caso de sentirse desprotegido. La experiencia y la formación no siempre son garantía de un buen ejercicio profesional, pero garantizan unos mínimos. Y el resto… ya es terapia.