jueves. 28.03.2024

Mantenía que las dificultades que encontraban estos chicos eran salvables con una orientación psicopedagógica adecuada. Lorna Wing, 40 años más tarde, rescató el término Síndrome de Asperger en su trabajo resucitando el interés en la comunidad científica por este síndrome, por su elevada prevalencia y por la repercusión social que afecta a las personas que lo presentan.

Actualmente, se ha acuñado el término neurodiversidad, para señalar que ser Asperger es más una condición que un trastorno. La Comunidad de personas con Autismo de Alto Funcionamiento y Síndrome de Asperger es bastante activa en la defensa de sus derechos, y señala que “un desarrollo neurológico atípico es una diferencia normal que debe ser reconocida y respetada como cualquier otra variante humana. En este sentido, debemos esforzarnos por comprender que no todos procesamos la información de la misma manera, ni damos el mismo peso a lo social, o que, simplemente, existen diversas maneras de ver el mundo: ni mejores ni peores, distintas”.

Pero expliquemos, ¿qué les pasa a las personas Asperger? Pues básicamente son personas que nacen con esta condición. Tienen una manera de pensar diferente porque procesan la información de forma diferente. Se caracterizan por tener dificultades en la socialización y para ponerse en el lugar del otro, presentando una gran capacidad para la sistematización de datos. Pueden presentar patrones repetitivos de comportamiento. Suelen tener intereses fijos y restringidos, y son excepcionalmente honestos.

Son literales, no entendiendo las bromas o metáforas; si les preguntas su opinión, te dirán lo que piensan, no lo “socialmente correcto”. Suelen evitar el contacto visual, y no son muy buenos en deportes grupales.

Aunque cada persona es diferente, y podemos encontrar niños, adolescentes y adultos muy dispares, todos ellos presentan las características, que Ángel Riviére agrupó en las siguientes:

Trastorno cualitativo de la relación: dificultades en la relación con los iguales y en la interpretación de las señales sociales, así como las intenciones de los demás, sobre todo las “dobles intenciones”.

Inflexibilidad mental y comportamental: Suelen ser perfeccionistas, meticulosos, teniendo dificultades para percibir el todo, prestando gran atención a los detalles. Suelen tener intereses restringidos y absorbentes, tendiendo a hablar sobre sus temas de interés.

Problemas de habla y lenguaje: comprenden el lenguaje de forma literal, por lo que los dobles sentidos y las metáforas no las entienden. Tienen dificultades para saber de qué hablar con los otros, y para interpretar sus emociones. Pueden tener un lenguaje excesivamente formal, con tono, ritmo y entonación peculiar.

Alteraciones de la expresión emocional y motora: Suelen presentar una forma peculiar en su expresión corporal, llegando a presentar cierta torpeza motora. El lenguaje no verbal (gestos) puede ser estereotipado.

Capacidad normal de “inteligencia impersonal”: Frecuentemente, habilidades especiales en áreas restringidas. 

Jim Sinclair, persona con autismo de alto funcionamiento, activista y psicólogo que trabaja conpersonas con TEA (Trastorno del espectro Autista), y fundador de dos redes bastante activas, integradas y dirigidas por personas con Autismo y Síndrome de Asperger, dice que “tener autismo no significa no ser humano, sino significa ser diferente. Significa que lo que es normal para otros no es normal para mí, y lo que es normal para mí no es normal para otros. En cierto modo estoy mal equipado para sobrevivir en este mundo, igual que un extraterrestre sin manual de orientación”.

Sí. Efectivamente, el Síndrome de Asperger se encuadra dentro de los Trastornos del espectro autista, si bien tiene unas caraterísticas bien definidas, y puede pasar desapercibido o ser confundido, entre otros, con el déficit de atención, trastorno obsesivo, depresión y ansiedad.

Los profesionales tienen que conocer y estar familiarizados con las particularidades de la condición de Asperger, para evitar confusiones. Sobre todo porque podemos exponer a medicación innecesaria y a los efectos secundarios asociados, por no establecer un diagnóstico diferenciado, alargando innecesariamente el sufrimiento y la vivencia de extrañeza en la que pueden estar inmersos.

Para concluir, señalar que no todas las personas han de ser salvadas, curadas o reorientadas. El grado de malestar subjetivo y la discapacidad clínicamente significativa, puede orientarnos en los objetivos de trabajo para, retomando las palabras de Jim Sinclair, facilitar un manual de orientación para poder establecer puentes entre todos.

Soy Asperger