¿Qué diferencia hay entre tratar a un niño y a un adolescente?
Cuando tratas a un niño influye sobre todo la disponibilidad de los padres a colaborar, tú les asesoras en las técnicas, pero ellos las tienen que absorber y aplicar a los niños, depende de la facilidad con que las puedan aplicar. Porque cuando trabajas con estos los padres son los co-terapeutas, además son los que se van a encontrar con las dificultades.
En cambio, cuando tratas con el adolescente lo haces más directamente con él, aunque también los padres son asesorados en temas como el tipo de comunicación que tienen que tener con ellos. El problema con los adolescentes es la resistencia que ofrecen al principio para acudir a consulta, una vez se supera esta etapa que dura poco, es fácil trabajar con ellos. No quieren acudir al principio por el temor a que sus amigos lo sepan, pero cuando lo cuentan se sorprenden de que el amigo ha ido o conoce a alguien que va a consulta. Cuando rompen esa resistencia afortunadamente lo ven con mucha más normalidad venir a la consulta.
Los adolescentes no se resisten a continuar sino más bien a venir.
¿Y qué haces tú como psicóloga para llegar a que se abra a ti?
Los padres de los adolescentes permanecen en la sala de espera mientras hablo con él o ella, lo primero que hago es hablar de temas informales o neutrales y luego comienzas con la entrevista, con un trato algo informal, y al final acaban contándote lo que les pasa en la primera sesión, algo que sorprende a algunos padres.
¿Para ti es un reto?
Es un reto como el resto, no me supone un esfuerzo conectar y trabajar con ellos. A los padres sí, pero a mí no porque enseguida se abren.
¿Cómo reaccionan los padres cuando les das las pautas para tratar a un adolescente en casa? ¿Depende del nivel de formación de los padres o no que sea efectiva?
Tú les das las pautas y al principio ellos te dicen que las entienden, pero en la siguiente sesión te das cuenta si las han aplicado correctamente o no y también las dificultades que tienen algunas personas en aplicarlas, a veces hay que insistirles más o esquematizárselas. A los padres hay que explicarles paso a paso las técnicas porque si no las aplican adecuadamente no obtienen éxito y si esto ocurre se desmotivan y vuelven a los estilos de crianza que habitualmente han utilizado aunque no hayan obtenido resultados.
Castigos y amenazas ¿funcionan?
La forma de decir o hacer las cosas ha cambiado, aunque en el fondo sea lo mismo, hay que hablar siempre en positivo. Por ejemplo, el niño se da cuenta de que "si me porto bien obtengo el premio y si me porto mal obtengo el castigo". La tensión de amenazar “te voy a castigar", de regañar o gritar, no es efectiva, depende mucho de cómo lo digas.
¿Cuáles son los problemas que más preocupan a los adolescentes en general?
La mayoría son problemas en la comunicación con los padres, hay una etapa en la que importa mucho su intimidad y no quieren que los padres les revisen el móvil, que sepan con quien van, en definitiva, que "se metan en su intimidad". Los problemas de relación con otros adolescentes, sobre todo en las niñas, cuando ven que no encajan en su grupo de amigas, ya que su personalidad va cambiando, pero hay que insistir en que eso no significa que sean raras sino que van encajando con otras personas que son más afines a ellas, la queja de “mis amigas de siempre ya no me llaman, tengo que buscar otras amigas”.
¿Has tenido algún caso de resistencia tanto a ti como a la familia?
Si, sobre todo en un caso de problemas de comportamiento, pero con el tiempo se fue encauzando. La típica niña resistente con problemas de relación con la madre, una madre muy permisiva que todo se lo consiente o hijos únicos que ya tienen problemas de conducta desde pequeños, hay veces que hay que trabajar más con la madre que con el propio hijo.
¿También dais pautas para los abuelos?
Sí, pero es más difícil que las cumplan, porque su mentalidad, su forma de educar es distinta.
¿Quiénes son más rebeldes los niños o las niñas?
Las niñas somos más complicadas, los niños son más fáciles de llevar. Sobre todo porque las niñas le dan más importancia al tema de las relaciones sociales, aunque hay excepciones. Pero nosotras le buscamos más los tres pies al gato.
¿Han perdido los adolescentes valores importantes?
No es una pérdida de valores es un adelantamiento, demasiado pronto, a la fase adulta. Por ejemplo, el ir al instituto tan pequeños influye, la fase pre-adolescente prácticamente no la viven y luego está esa fase en la que ni son adultos ni son niños, no tienen una personalidad formada, ni valores definidos, pero sí se les exige como adultos.
¿Qué les dirías a padres de hijos adolescentes con problemas para que se animen a venir a la consulta?
Lo primero que hablen con sus hijos y con personas que hayan estado en terapia, que se informen de en qué consiste, qué se hace, si les ha ayudado y una vez que se han decidido, intentar absorber todo lo que se pueda de las sesiones. Afortunadamente, los padres de hoy en día suelen llevar a sus hijos al psicólogo, no hay tanta reticencia como antes.
¿Cuál es el trastorno más frecuente tanto en adolescentes como en adultos jóvenes?
La ansiedad, el pánico. Hay mucha gente con crisis de ansiedad, quizás por la tensión que puede producir la falta de estabilidad laboral, económica, emocional, etcétera. Todo eso se acumula y llega un momento en que se rebosa, se produce la crisis y luego no pueden evitar el miedo a que se vuelva a repetir esa crisis, lo que llamamos el “miedo al miedo”, y ésto frena mucho en la vida cotidiana. También la prevención en la adicción a las nuevas tecnologías, hay que enfatizar la importancia de las normas, los límites con las nuevas tecnologías.
La web de la Consulta de Psicología de Ana Belén Madero es: http://www.anabelenmaderosanchez.com/
