Sea lo que fuera que ocurriera, qué mentes lúcidas decidieron o que mentes generosas pusieron su esfuerzo al servicio de los ciudadanos, el caso es que el estercolero que teníamos al lado de casa, ha desparecido. En una mañana, el aspecto y la vista general del descampado cambió de la manera que pueden observar. Y les puedo asegurar que en el barrio -y en la calle- nos queda la tranquilidad de saber que, como ha quedado demostrado, están para llamar a las conciencias de aquellos que, quizá por los años de responsabilidad, han relajado u olvidado la voz de los ciudadanos.
Y es que, cuando decimos que estamos abandonados, no decimos ninguna mentira. Ahora sólo hemos dado un paso, pero queda la limpieza a fondo del descampado (del que han salido culebras), de las aceras y de una actuación adecuada en el edificio pegado al albergue municipal, que desprende una sensación de abandono y miseria que tira de espaldas. Y eso por nombrar el estado de la que un día sirvió como parada de autobús.
Sólo hay que molestarse y darse un paseo por nuestras calles para ver que, insisto, lo que aquí decimos es cierto.
Habrán pensado los responsables ¿los campitos de “futbito”, baloncesto, jardines y juegos para niños y mantenimiento de los mayores que saldrían de este solar?...ahí lo dejamos.