jueves. 28.03.2024

No es que no lo esperara, es que… reconozco, desde lo más profundo de mi pesar, que, desde hace tiempo, vengo perdiendo con tristeza, la esperanza, la confianza, en la socialdemocracia.

Hace mucho tiempo, quizá desde la tercera vía de Tony Blair, la socialdemocracia ha dado, y está dando, la impresión de que, no puede o no quiere, intervenir como contrapeso del neoliberalismo, responsable de habernos traído hasta aquí. Felipe González después de introducir los mayores y más progresistas cambios en España, se acercó al liberalismo. Quizá en pro de un mal entendido pragmatismo. Y Zapatero, después de haber sido el artífice de los avances, referencia en derechos sociales en toda Europa, al final, se rindió a las teorías neoliberales que venían impuestas, -nos dijeron-, de Europa.

Un día, un amigo, nada socialista, pero de una enorme honradez intelectual, me decía: “No entiendo como el PSOE no arrasa en todas las elecciones, una tras otra. Si la socialdemocracia, se expusiera y se implantara, una inmensa mayoría, la aceptaría como suya. Es muy difícil no estar de acuerdo”.

Pues bien, el martes día 30, por fin, tuve el gran placer, la alegría, de escuchar en boca de quien iba a ser el próximo presidente, un discurso socialdemócrata, en su estado más puro. Por favor, dejemos de viajar, ni al centro ni a la izquierda, dejemos de pensar en tácticas electoralistas. ¿Qué mejor estrategia que una socialdemocracia? Si es que, como decía mi amigo, nadie puede oponerse a ese programa. Por narices tiene que convencer a cualquiera, venga de donde venga.

No me canso de repetirlo; lo he escrito en más de una ocasión; miremos de vez en cuando las Resoluciones de la Conferencia Política del PSOE. Y coloca una copia de tu discurso al lado de la carpeta de tu mesa, para que no se te olvide nunca. No te apartes de él, ni en tiempos de crisis, ni en tiempos de bonanza. ¡Éxito!.

Carta abierta a Gª-Page