viernes. 26.04.2024

Un ejemplo claro son los presupuestos que se aprueban en un pleno donde están los representantes de la ciudadanía, pero que la sociedad civil (o bien por no crear tensiones o bien por no estar organizadas, o bien por no existir conciencia, o bien por no tener cultura política...), el otro gran actor de la gobernanza no está presente, ni se le toma en consideración . 

Esta situación va más allá de la mera participación ciudadana que los ayuntamientos tienen en cuenta como mera imposición de la agenda política autonómica, estatal o europea, pero que no le confiere de una realidad participativa real, sumado a la nula cultura política de la inmensa ciudadanía. Y por supuesto a la de los territorios donde no hubo ningún clima de revueltas 15M, donde se vislumbra un proceso nulo en participación ciudadana. La culpa por supuesto no es de los ciudadan@s, es del sistema, pero hace falta un empuje para elaborar la ruta de los procesos participativos y sobre todo corregir la incapacidad deliberativa de la sociedad civil para la inclusión en la gestión de una ciudad. Polis viene de ciudadanía, y no de ciudad –estado, como muchos han querido referirse, de lo público, de lo común .

¿Es posible creer que en Valdepeñas, por ejemplo, pueda haber un cambio de paradigma? ¿Cómo actuar en consecuencia , para influir en la ciudadanía acomodada y sin carisma de confrontación , por no decir, sin la intención de cuestionar al grupo de gobierno, a través de un colectivo definido por su escala de valores en clave transición hacia otros modelos económicos? ; o por lo menos para crear tensiones con el poder en las tomas de decisiones de manera representativa y no exclusiva. 
Un intento de poder ciudadano, estaría en la toma de decisiones de la ciudad que quieren. Dado que la judicialización del territorio y la monetarización del suelo ya está dispuesta y en clave desarrollista, a través de los planes de ordenación del territorio, la ciudadanía tendría que tener cabida en los proyectos que se fueran realizando en su territorio de los bienes comunes, ya sean públicos, comunes o relacionales...Pero esto no existe, ni la tensión ciudadana ni la organización cívil, ante los poderes públicos, y sí existe la pereza antropológica del territorio en sí con las miles de subjetividades y sensibilidades y por supuesto la mala praxis de gobernanza del o los partidos políticos.

Para que vamos a hablar de consensos y transparencia en las tomas de decisiones de los gobernantes.

Sobre la gobernanza local