La historia reciente ha llevado a constituir nuevas agrupaciones políticas basadas en la participación y el debate de abajo a arriba, aupándose en las tendencias del electorado hasta hacer tambalear un bipartidismo existente, llevando una lección a los partidos que al parecer no están dispuestos a aprender porque siguen con sus juegos internos de facciones y búsqueda de padrinos en sus organizaciones.
El temor de algunos en perder “su marca distintiva” tapan el intento de hacer prevalecer los intereses de grupos oligárquicos “en sus partidos”, modificando los criterios de selección de candidatos en los que priman más sus “agarres” con sus respectivos “aparatos” que la exaltación de méritos en la sociedad civil, en el voluntariado, tan distinto a tantas experiencias pasadas que parecen ignorar un importante peso negativo en tantos escándalos (tarjetas de Bankia, etc ) de los partidos del poder actual.
Como enuncia el folleto distribuido por una plataforma de ciudadanos, aplaudimos el intento de organizar alternativas formada por ciudadanos de “a pie” aunque tengan diferentes procedencias ideológicas PORQUE DEBEMOS CAMBIAR LA FORMA DE GOBERNARNOS EN VALDEPEÑAS dando la espalda a las élites de siempre, a la casta de los “elegidos” y a los monopolizadores que se aferran a su sillón, contentos “porque arreglan las calles” con políticas de “circo y toros” con una pesada herencia de deuda que nos aplasta y unos sueldos que hacen “apetecer la actividad política a ciudadanos habidos de ingresos” en esta sociedad de crisis por encima de criterios de servicio en otros tiempos quizá más valorados.
Que el surgimiento de “Agrupación de electores” se constate como triunfo de la participación ciudadana que nos permita conquistar administraciones, próximas a las necesidades e intereses de los vecinos, y es muy plausible la actitud de algún dirigente conocido, que parece renunciar a imponer sus siglas en beneficio del plano individual participativo.
Nuestros anhelos de participación en los asuntos públicos de Valdepeñas, no se va a dejar atemorizar por los que tienen el poder o se sienten legitimados por sus honores y prebendas, tratándonos de hacernos callar, como si no fuera legítimo pensar por cuenta propia.
