viernes. 19.04.2024
opinión

Notas desde la barrera Cap. XXXII: El tipo simpático

Cristóbal Montoro es un hombre simpático. Al menos eso dicen aquellos a los que el Ministro de Hacienda les cae simpático. Que no son la mayoría de españoles de a pie. Ni la mayoría de dirigentes políticos de otros partidos que no sean del PP. Ni siquiera la mayoría de dirigentes del PP. Puede que Incluso ni siquiera la mayoría de miembros de su familia. En fin, que alguien habrá al que le caiga simpático. Igual usted, querido lector, conoce a alguno. Yo no. A nadie. Pero no perdamos la esperanza: Cristóbal Montoro debe ser un hombre simpático. Al menos, para aquellos a quién le caiga simpático.

Y alguien debe haber, porque si no lo hay no puede explicarse ese regalo casi póstumo que ha recibido estos días en forma de papeles sacados de un bufete de abogados de Panamá. Anda el simpático Montoro frotándose las manos con lo que, sin duda alguna, es la mayor filtración de documentos que se haya hecho jamás de los tejemanejes de un paraíso fiscal. Los papeles de Mossack Fonseca van a tenernos a todos muy entretenidos durante los próximos tiempos. Y no sólo por los datos de prácticas poco edificantes que en ellos aparecen, sino porque nos dará la oportunidad de aprender mucho inglés. Y geografía. Yo llevo días buscando en los mapas la ubicación de territorios que hasta la semana pasada desconocía siquiera su existencia. Para que luego digan que la corrupción no es educativa.

Se dirá mucho estos días que las sociedades “offshore” no tienen por qué ser ilegales. Y es verdad. El problema es que acostumbran a serlo, porque sólo aquél cuya fortuna tiene un origen poco claro o no tiene buenas intenciones tributarias busca ocultar su dinero en sociedades opacas en paraísos fiscales. Así que puede que sean legales, pero sin duda alguna no son éticas. “Ética”, bonita palabra. Lástima que muchos políticos, empresarios, gentes de la farándula, deportistas y hasta algún Premio Nobel apenas conozcan su significado. Y si lo conocen no les importa lo más mínimo. Poco debe importarte cuando eres rico, algo que hoy en día consiste en tener mucho dinero y también medios para ocultarlo.

Los nombres que han salido en los susodichos papeles no tienen desperdicio. Y me temo que aún quedan muchos por salir que nos dejarán con la boca abierta. A pesar de tener profesiones muy diversas, la mayoría comparte una característica común: son patriotas de boquilla. Nos sermonean con soflamas con el dedo de una mano levantado mientras que con la otra mano ocultan patrimonios millonarios para evadírselos al fisco. Y de poco sirve que digan que no usaron dichas cuentas o que apenas tenían actividad, porque nadie va a creer que se las abrieron por la cubertería de regalo. El que abre una sociedad de este cariz no lo hace por deporte o diversión, lo hace con oscuras intenciones.

Ya se han cobrado su primera víctima los papeles de Panamá. El Primer Ministro islandés ha tenido que abandonar su cargo (él dice que temporalmente) abrumado por una manifestación masiva de compatriotas pidiendo su cabeza. Aquí en España, poco acostumbrados a las dimisiones y a salir a la calle salvo para celebrar algún éxito futbolístico, tardaremos en ver los resultados. Pero no se extrañen que dentro de poco algún futbolista tenga que jugar partidos en el patio de la cárcel, que algún director de cine empiece el rodaje de un drama carcelario desde dentro de la prisión, o que una hermana de Rey se siente en el banquillo. Ya hemos tenido otra en esa situación, aunque sea la hermana de un Rey distinto. Eso sí, tanto unos como otros pueden ampararse siempre en que no entendían lo que hacían, que firmaban lo que les ponían delante, que todo lo hacían por amor, que no sabían y que no les constaba. Una táctica que casi estuvo a punto de darle buenos resultados a esa otra Infanta de vago recuerdo ya.

Sí que debe estar contento el simpático Cristóbal. Con su sonrisa ratonil en su cara vampiresca, se relame de satisfacción ante el regalo que le ha sido concedido en las postrimerías de su ejercicio como Ministro. Seguro que ahora no dirá ahora aquello de que lo de “Hacienda somos todos” es un reclamo publicitario. Está en su salsa, oliendo la sangre de defraudadores fiscales a los que dar caza, y pensando que, además de afortunado, definitivamente es un tipo simpático. O al menos, eso dicen aquellos a los que les cae simpático.

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Notas desde la barrera Cap. XXXII: El tipo simpático