sábado. 20.04.2024

Yo no soy tan susceptible como la ex-diputada Cayetana Álvarez de Toledo, y no voy a proclamar que "jamás te lo voy a perdonar, Carmena, jamás". No cuando hay cosas que requieren más atención por parte de nuestros servidores públicos. Pero sí he de reconocer que se me antoja que la cabalgata de doña Manuela Carmena y sus chicos, como su portavoz Rita Maestre o el famoso concejal Guillermo Zapata, desprende muy mala baba. Qué se puede esperar si se encarga un acto de raíces inequívocamente cristianas a quien no tiene pudor en enseñar los pechos en una capilla, o a quien pretende mostrar su (falta de) humor a costa de millones de personas asesinadas en la mayor matanza de la historia de la humanidad que se recuerda. Gente que murió, por cierto, por ser diferentes.

Con esto quiero decir que la cosa en Madrid ha sido tan ridícula como querer preparar en nuestra Valdepeñas del alma una cata de buen vino y encargar su organización a alguien al que le asquea el zumo de uva fermentado pero le entusiasma el de cebada. Si es que por pura lógica la cosa no puede acabar muy bien. Pero lo peor sería que este bebedor de cerveza se presentara con unas Heinekens y afirmara que eso que organiza es una cata de vino; pero "evolucionada". La repañocha.

Tras la singular cabalgata se ha establecido un airado debate entre los que dicen que las tradiciones se van adaptando necesariamente a los tiempos para no desaparecer (evolucionistas); y los que alegan que las tradiciones no se adaptan, sino que se conservan (tradicionalistas). Un análisis con mesura nos da, como casi siempre, una versión aristotélica del asunto: las tradiciones han de evolucionar, por supuesto; pero siempre sin adulterar su esencia, que es su razón de ser. Y en el caso de la cabalgata de Reyes creo que su esencia es la conmemoración de la venida de los tres magos desde tierras lejanas a adorar al niño Dios recién nacido.

Por tanto, quizá sea totalmente lícito que cualquier Ayuntamiento quiera hacer un desfile multicultural para animar las fiestas invernales. Pero señora mía, a eso no lo puede (no lo debe, porque poder, ha podido) llamarlo cabalgata de Reyes. Llamar a ese desfile así, y utilizar precisamente la tarde del 5 de Enero para celebrarlo, cuando hay otros 364 días del año libres, me parece que desprende una sospechosa cristianofobia, buena dosis de cobardía, y por supuesto incoherencia a raudales.

Lo de la cobardía y la falta de coherencia van intrínsecamente unidas. Carmena, apelando al carácter laico de las instituciones municipales (lo cual aplaudo, aunque creo que la laicidad en las instituciones públicas debería darse sin reservas para cualquier creencia o religión, y no solo para doblegar a la mayoritaria) quiso rehusar a poner el Belén municipal de toda la vida en Cibeles; aunque al final instaló una versión reducida (signo de cobardía: lo verdaderamente coherente hubiera sido ninguno, ya que o una institución es laica o no; no vale ser un poco laicos o un poco musulmanes o un poco cristianos). Por la misma regla de tres, debería de haber suspendido la cabalgata de Reyes Magos, otro acto, se quiera o no, de tradición cristiana. Pero a la señora le dio miedo, no fuera a ocurrir que eso hiriera la susceptibilidad de sus propios votantes con hijos en edad de ilusionarse aún; o quizá porque la espantada de miles de madrileños hacia la periferia para disfrutar de una cabalgata de Reyes donde sí se realizara, como si fuera el principio del puente de la Constitución, tendría cierto eco contraproducente.

Pero no. Me imagino que la señora Carmena y sus chicos no tuvieron el valor suficiente para suspender la cabalgata (y cuidado que falta de pudor para encabezar ciertas protestas "despechadas", o para humillar  a las personas asesinadas por el fascismo nazi o etarra mediante chistes de dudoso gusto sí que tienen), y pensaron que de la necesidad se hace virtud, y ahí se plantaron para concebir una cabalgata traicionera, ofensiva; a ver si por fin el año que viene son los propios ciudadanos de Madrid los que piden que, visto lo visto, mejor los carmenitas se están quietos y no se hace nada.

En este punto, he de decir que la señora alcaldesa, con la inteligencia que la caracteriza, que no es poca, quiso escudarse en ciertos gestos nobles: sustituir los lugares "VIP" por lugares para discapacitados, reducir en 10.000 euros el presupuesto del asunto (lo que es realmente una miseria de ahorro, a la luz del resultado), o apelar al carácter abierto de los madrileños para integrar en el desfile hasta a Herodes. Y ni cortos ni perezosos decidieron "evolucionar" esta tradición de raíces profundamente cristianas para convertirla, aparentemente, en la fiesta invernal de la multiculturalidad y, en el fondo, en el revanchismo de la más pachanguera cristianofobia tintada de progresía.

Diferentes medios de comunicación de amplio espectro se han hecho eco de las peculiaridades de este desfile. Algunas las advertí yo mismo en el ratito que vi por la tele, hasta que me di cuenta que si seguía mirando la pantalla acabaría yo mismo por renunciar a cualquier tipo de ilusión navideña, lo que no es plan en un hogar con niños normal y corriente.

A los Reyes Magos se les "desnudó" de su condición real: fuera capas, fuera coronas (bueno, dos de ellos llevaban unas coronas que algunos dicen con sorna que eran las del Burger King), y venga a vestirlos con unos monos con colorines, como si los pobres magos hubieran sufrido jet-lag en el viaje a nuestro país, se hubieran quedado sopas, y hubieran tenido que desfilar en pijama por motivo de la urgencia. Por cierto, hay quien dice que Melchor se quedó definitivamente en el quinto sueño y lo sustituyeron por el Mago Merlín en este estallido de despropósitos.

Luego me encontré con que las carrozas habían sido sustituidas por unas piezas de Minecraft; pero bueno, eso sí que puede ser un rasgo de evolución estética sin más, yo es que soy demasiado tradicional. En todo caso, se prescindió de los camellos y de las ocas de Miguelín, no fueran a estresarse y les salieran ojeras (en cambio, a nadie le importa un pimiento si los caballos de la policía, los pobres, se estresan con tanto niño vociferando). Pues digo yo que más aún que los camellos y las ocas, por desfilar dos o tres horas al año por las calles de Madrid, se estresarán las gallinas que se ven forzadas a poner huevos y más huevos durante toda su vida, o los patos de los parques a los que los niños apedrean con miguitas de pan y grefusitos, o las palomas de las plazas cuando los peques las acosan al feroz grito de "pipi-pipi", o las vacas que día tras día ven sobadas sus ubres, les guste o no, o los cochinos cuando se disponen a atravesar su particular corredor de la muerte, o..... Pero no, las ocas y los camellos tienen un status especial. Bien por ellos.

Más me chocó encontrar desfilando en la cabalgata madrileña a Darth Vader y sus tropas de choque... ¡Coño! Me quedé absorto. Si no fuera por lo fan de Star Wars que soy, pensaría que estas tropas estaban ahí plantadas con toda la mala leche del mundo para que los tiernos subsconscientes infantiles asociaran a los Reyes Magos con los ejércitos del mal... Pero no, quise creer que no, eso sería una idea demasiado fascista; al no ser que la simpática abuelita Carmena resulte ser, en verdad, como en el capítulo III de la saga estelar, el terrible Emperador guiando a los peques al reverso tenebroso de la fuerza. No seré tan mal pensado. En cualquier caso, llama la atención que los que vociferan por el "No a la Guerra" hagan desfilar soldados futuristas en un desfile destinado a niños.

Dicen que los buenos actores son los que asumen el papel que se les ha asignado. Pues en la cabalgata carmenita el casting tuvo que ser digno de la peor etapa del Gran Hermano (¿eso sigue existiendo, o la Milá está en espera de una nueva edición en una piscina de formol, junto a Jordi Hurtado?). Así, uno de los actores participantes declaraba días antes que aborrecía a los Reyes Magos y a lo que representan, y que nunca pondría sus herramientas al servicio de un evento casposo como la cabalgata, si no fuera porque "nuestra sociedad está cambiando y hay determinados huecos y tareas que requieren de nuestras habilidades, y si hay que apechugar, se apechuga". Gracias, chaval, pero no hace falta que apechugues tanto, para eso ya tenemos a Rita Maestre. Creo que la Sociedad sobrevivirá sin tus espectaculares dotes interpretativas como "pictoplasma" (especie de peluche blanco que da saltitos y se balancea alegremente en el desfile). Y de paso que el municipio ceda tu sueldo a alguien menos amargado, ya que tú por dinero seguro que no actuabas.

El caso es que algunos de los actores contratados no asumieron el método Stanislavski. Precisamente un actor disfrazado de "pictoplasma" (no se ha confirmado si era el anterior sujeto, aunque parece ser que sí) fue preguntado en directo por un reportero de TVE sobre desde cuándo conocía a los Reyes Magos. Él, ni corto ni perezoso, respondió que "desde que conoce a sus padres". Zasca. Mantén un secreto de inocencia años y años para que luego llegue el "pictoplasma" de las narices y le joda la ilusión a todo niño que se precie en prime-time. Cosas de la multiculturalidad, si asumimos que tocarle las narices a quien no piensa como tú es un rasgo multicultural.

En fin, así podría seguir comentando las peculiaridades de una cabalgata de Reyes en la que no sonó ni un villancico (algunos dicen que uno; pero tal vez sea una leyenda urbana), en la que la única referencia a la verdadera tradición fue que los reyes dijeran que seguían "la estrella que marca el nacimiento de un niño" (lo bueno si breve... debieron pensar), y en la que Baltasar, en lugar de hacer su discurso a los niños preguntándoles si se habían portado bien este año, etc., etc., se puso a cantar una canción popular guineana (lo cual está bien; pero después de haberle hecho algún guiño a los niños que esperan sus regalos, digo yo). Pero para qué seguir repasando lo que ya todos sabemos, una semana después.

Por una vez que Carmena podía haber dejado al público VIP en sus privilegiados puestos VIP para escarmentarlos; va y los deja escapar del cruel escarnio...

Después de todo, pudo ser peor. La alcaldesa podía haber optado por el método cristianófobo "Ribó" y rememorar una "tradición" de sólo un año (con lo cual, hoy que me he tomado un vinito muy rico de Marín Perona por primera vez, he inaugurado una nueva "tradición", y alucino con lo fácil que es crear tradiciones) en la que los reyes son republicanos, los magos son magas; y los niños acaban preguntándose desconcertados que quiénes son esas tres brujas de Eastwick, si vienen a quitarles sus regalos porque no han sido buenos; o si los Reyes Magos en verdad son travestís, o por qué tienen tetas. Ahí sí que no ha habido duda del carácter cristianófobo del edil y sus compadres (ya sé que alguien me dirá que esa no fue la "cabalgata" oficial; pero al recibirla en el Ayuntamiento con tanta pompa, y al ser contemplada por los niños de Valencia, el efecto ofensivo y devastador para la inocencia de los pequeños es el mismo). El año que viene que se preparen los valencianos para presenciar un Nacimiento en el que la Virgen María tiene barba de cuatro días, como Conchita Wurst.

Por curiosidad me he informado de esa cabalgata de 1937, en plena guerra civil, viendo fotografías espeluznantes, como todas las de la época. Anticlericalismo del bando de Largo Caballero, en una acción más de la propia guerra, con carrozas en honor a él mismo, a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y a Stalin, otro tipo que junto a Hitler se caracterizó por asesinar sin el menor escrúpulo a los habitantes de media Europa; sólo por no pensar como él. Eso es lo que ha rememorado la cabalgata de Ribó. El odio por el odio, la lucha de odios. Tan execrable como conmemorar un desfile de falangistas en honor al general bajito. Hay gente que eso que acordamos en 1978 de mirar hacia adelante se lo pasan por el mismísimo arco del triunfo.

Para resumir, decir que sospecho que la cabalgata carmenita tuvo más de cristianofobia que de evolucionismo. En todo caso, para alguien que defiende, y quizá con buena parte de razón, la laicidad de las Instituciones, supuso un acto de incoherencia sublime. Y si fueron simplemente verdaderas las ganas de hacer "evolucionar" las tradiciones, aunque sea a costa de adulterarlas, pues animo a la señora Carmena a que siga con sus cosas, y le propongo, de momento, una idea. La celebración del próximo Primero de Mayo con Cándido y Toxo vestidos de teletubbies. Y nada de la Internacional, por favor. Musiquita espiritual de Haendel. Y alguna cabalgata que represente una gran mariscada, otra con unos maletines de Loewe de facturación china para repartir entre los espectadores cual caramelos, y otra en la que se repartan también títulos de cursos de formación de esos tan facilitos de los que gestiona la UGT. Y si en la tribuna de oradores hay sólo mujeres mejor, que estas celebraciones sindicalistas son muuuuy machistas y no respetan la paridad pero en nada.

Como epílogo, solo decir que después de esto felicito a nuestro pueblo por mantener una cabalgata que aún respete la tradición, aunque como he leído a alguien, se cuele en ella un Papá Noel con motaza (debe ser que Valdepeñas es tan especial que, aunque Santa haya terminado su trabajo el 25 de Diciembre, él no se resista a montarse en su chopper para acercarse desde el Ártico a nuestra ciudad a saludar a los críos). Y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, recordar que hace un año, en una crónica sobre nuestra Cabalgata valdepeñera que fue publicada en AD Valdepeñas, me quejé de esa extraña manía, a mi entender un poco cateta, de hacer que las carrozas de los Reyes subieran a todo trapo por la Cuesta del Palacio, privando a los niños situados allí de contemplarlas en su solemnidad, como es menester. Algunos paisanos me pusieron a tirar de un burro diciendo que no hablara sin estar informado, que eso se hacía así porque si no, las Carrozas no tenían fuerza motriz para subir la cuesta. Bueno, pues me han soplado que este año las Carrozas de los Reyes han subido despacito y con solemnidad, cosa que agradezco profundamente, porque la Cabalgata, en mi opinión, gana mucho. Y me pregunto si es que se ha modificado de algún modo la potencia de las Carrozas o si, simplemente, los que no estaban informados eran aquellos que me criticaron.

Os deseo un feliz y próspero año 2016 a todos. Y a Cayetana Álvarez de Toledo sólo decirle que no seas así, mujer. Como en la película de Bond, "nunca digas nunca jamás". Y perdona. Perdónale a la alcaldesa Carmena su despropósito. No dejes que el "lado oscuro" se apodere de ti.

Miguel A. Tarancón Morán

www.miguelangeltarancon.com

Los Reyes de la República