El funeral, contó con la presencia del Obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, junto a 36 sacerdotes, siendo numerosas las personas que se congregaron en el templo, al que había sido llevado el féretro dos horas antes del inicio del funeral, para que los que lo desearan pudieran darle su último adiós.
Al comenzar el funeral sus compañeros de las parroquias solaneras depositaron sobre su féretro la casulla y la estola, así como el libro de las lecturas bíblicas.
En su homilía el obispo Antonio Algora recordó algunos aspectos de la vida pastoral de don Candelo, señalando que “siempre le recordaré como el coadjutor que estaba sentado en la sacristía, hecha despacho, con sus libros y papeles. Una persona callada, silenciosa, planteando su servicio pastoral siempre a las órdenes de otro”.
Antes de concluir la ceremonia el obispo roció con agua e incienso el féretro, dando posteriormente el pésame personalmente a Pilar, la hermana del fallecido.
