viernes. 19.04.2024

Influenciado por los poetas de la Generación del 27 y por Juan Ramón Jiménez, a quienes considera sus primeros padres literarios, Oliván confiesa "su obsesión por la mirada, por ver el doble fondo de las cosas, por indagar en el más allá de las apariencias".

Según Oliván, “la poesía es un género que exige un esfuerzo extra, donde el lenguaje llega a la máxima intensidad, a la máxima expresividad y en ocasiones, a la máxima dificultad de comprensión. Es por eso que a veces el público la rechaza. En estos tiempos de banalidad y prisas, en un contexto que invita a lo superfluo, la poesía se vuelve doblemente necesaria”.

En Villanueva de los Infantes, donde yace Quevedo, Lorenzo Oliván ha mostrado su alegría porque “Quevedo ha sido una sombra tutelar, un maestro inagotable en mi vertiente aforística”. Aforismos que en estos tiempos, encuentran un canal de difusión idóneo en las redes sociales por la instantaneidad, por su contundencia, donde se busca la ironía y el sarcasmo, tal y como en el Siglo de Oro, hacía Quevedo.

Lorenzo Oliván ha cultivado con brillantez y acierto la creación poética con títulos como Único norte (1995), Visiones y revisiones (1995) y Puntos de fuga (2000); la greguería, La eterna novedad del mundo (1993) y el aforismo (El mundo hecho pedazos). La radical novedad de Lorenzo Oliván estriba en que sabe prescindir de la sensiblería nostálgica y del futurismo visionario que, en otros autores de menor aliento, arruinan obras de parecido propósito.

Lorenzo Oliván deleita al público infanteño con poemas y aforismos