sábado. 20.04.2024

Lo hizo durante la segunda Escuela de Padres organizada por el IES Modesto Navarro. El salón de actos del Edificio de Usos Múltiples se llenó para seguir la charla del docente. 

Minutos antes de empezar atendió a la prensa local. Preguntado por la importancia de ese cambio en el alumno, Rojo indicó que lo es en la medida que cualquier cambio en nuestra vida cotidiana, “cuando cambiamos de casa, de trabajo o de estatus nos produce cierta ansiedad; lo mismo ocurre con nuestros hijos en esta edad”. 

Fue aquí cuando utilizó una similitud. Por ejemplo un perro y un gato. Ambos son mascotas, pero su forma de actuar varía notablemente. Según el ponente, a un perro le damos de comer y siempre nos acompaña, mientras que a un gato lo alimentamos pero no siempre se deja acariciar y suele marcharse a su aire. O sea, nuestros hijos son caninos durante sus años de Infantil y Primaria, “van a responder a nuestros mimos y nos seguirán adonde vayamos”. Cuando llegan al Instituto se transforman poco a poco en mininos, “tendremos que asumir que son gatos; hay que mantenerles la comida pero dejarles deambular por la ciudad”. En su opinión, “el problema es que los padres creen que siguen teniendo perros, pero son gatos”.

Naturalmente, su charla posterior tuvo mucha más enjundia que esta simple semejanza, ya que las aristas inherentes al cambio de edad entre la niñez y la pubertad son múltiples y complejas. Desde el punto de vista educativo, Juan de Dios Rojo recuerda que la democracia amplió dos años la etapa obligatoria hasta los 16, lo cual fue bueno, aunque admite que el sistema es mejorable. En este sentido, apeló a la necesidad de coordinación entre la etapa final del colegio y el inicio de la secundaria, “Primaria y Secundaria están obligados a entenderse, a hablarse y a trabajar en común para facilitar ese paso”.

 

El paso a la pubertad y la metáfora del perro y el gato