jueves. 28.03.2024

El jefe de servicio de Neurocirugía, Francisco González-Llanos, explica que hasta el momento se han llevado a cabo cinco intervenciones en pacientes con edades comprendidas entre los 30 y 60 años diagnosticados de tumores cerebrales primarios en los que es conveniente que el paciente permanezca despierto durante la resección quirúrgica, dado que son operaciones en las que se pueden ver afectadas áreas del cerebro íntimamente relacionadas con el lenguaje, tanto desde el punto de vista de la expresión como de la comprensión.

El planteamiento inicial para llevar a cabo este tipo de intervenciones se realiza en la sesión conjunta que el servicio mantiene cuando el TAC cerebral de un paciente muestra la existencia de una gran lesión frontal izquierda sugestiva de glioblastoma multiforme, a escasos milímetros del llamado área de Brocca.

Posteriormente, se completa el estudio pre quirúrgico con una resonancia magnética cerebral, que en este caso, además de las técnicas convencionales, se acompañan de los denominados estudios funcionales que requieren de la participación del paciente para su realización.

En la fase previa a la intervención es importante que el paciente esté familiarizado con el quirófano, por lo que visita la sala quirúrgica los días previos.

El doctor González-Llanos indica que “con ello lo que buscamos es que el día de la intervención el paciente se encuentre lo más confortable y relajado posible, ya que durante la operación sólo va a estar sedado -de forma proporcional a las necesidades quirúrgicas de cada fase- y va a ir participando de forma activa en la misma”.

El procedimiento anestésico se realiza en su totalidad con el paciente despierto, con sus funciones cerebrales intactas, ya que es imprescindible su colaboración para poder identificar las respuestas tanto en la fase de estimulación eléctrica para el mapeo cortical como en la de resección del tumor. Por ello, no se somete al paciente a una anestesia general con intubación ni se utilizan relajantes musculares.

Así, en una primera fase se aplica anestesia local y regional en la zona de la intervención, previa a la instalación del cabezal metálico que mantiene sujeto el cráneo del paciente, y se asocia una sedación profunda -con una perfusión continua intravenosa con fármacos que proporcionan la sedación y analgesia- durante la fase de incisión de la piel, craneotomía y cierre, una vez finalizada la extracción del tumor.

Este especialista indica que “dicha sedación es retirada progresivamente por el anestesista y una vez que el paciente está despierto los neurocirujanos proceden a la realización de un mapeo cortical de las áreas del lenguaje mediante un dispositivo que estimula eléctricamente la corteza cerebral. Este momento es uno de los más delicados de la cirugía, porque es cuando pueden aparecer crisis convulsivas de difícil control”

Una vez localizado el tumor y las posibles áreas cerebrales implicadas, se procede a su resección quirúrgica guiada con técnicas de microscopía, neuronavegación y fluorescencia. En este momento, también se requiere de la colaboración estricta del paciente, ya que se le van realizando preguntas a las cuales debe ir contestando para ver el grado de repercusión que puede generar la manipulación quirúrgica.

El Servicio de Neurocirugía, que lleva funcionando desde el año 1998, cuenta con la tecnología puntera más avanzada que encuadra al centro hospitalario en los estándares mejor de  España, lo que permite realizar intervenciones complejas tanto en cirugía craneal como de columna, además de la destreza y habilidad de los neurocirujanos para la realización de intervenciones alta complejidad.

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