viernes. 29.03.2024

Antes de empezar pregúntate qué es lo molesto ¿De verdad estás enfadada porque tu pareja ha dejado el cajón abierto? ¿O te sientes mal porque crees que no hay un reparto justo de las tareas de la casa y eso es solo una parte de la evidencia? Tómate tiempo para pensar y definir tus sentimientos antes de empezar una discusión.

Discutir un tema cada vez. “No deberías de gastar tanto dinero sin consultarme” puede rápidamente convertirse en “Tú no te preocupas por nuestra familia” Ahora necesitas resolver dos problemas en vez de uno. Además hay que cuidar no convertir un hecho aislado (te has gastado mucho dinero ahora y en esto) en una forma de ser característica de la otra persona (todo lo que la persona hace en lo económico es erróneo y malintencionado) Todos nos equivocamos, así que más vale ser indulgente con los errores ajenos.

Cuidar el lenguaje. Lo que está en discusión es una idea, no la persona. No menospreciar, usar palabrotas o insultar. El lenguaje degradante intenta expresar sentimientos negativos mientras se asegura de que la otra persona se siente igual de mal. Esto conduce a una cadena de ataques y contraataques mientras el asunto que lo desencadenó pasa a la Historia.

Expresa tus sentimientos con palabras y hazte responsable de ellos. “Me siento enfadado”. “Me siento herido cuando ignoras mis llamadas de teléfono”. “Me asusto cuando me gritas”. Son buenas formas de expresar cómo te sientes. Empezar con “Yo” es una buena técnica que te ayudará a tomar responsabilidad con tus sentimientos (eso no significa que puedas decir lo que quieras mientras pongas un “yo” delante). No es lo mismo que atacar con “me enfadas”, “me asustas”, “me hieres”

Hablar por turnos. Puede ser difícil, pero hay que tratar de no interrumpir. Sé que no es fácil, pero hay que intentar establecer un tiempo que permita un minuto, al menos, para que cada uno pueda hablar sin ser interrumpido.

No poner líneas rojas. Rehuir la comunicación o cooperar. Algunas veces la forma más sencilla de tratar una discusión es negarse a ella. Me retiro a mi concha, me niego a hablar. Esta negativa a hablar puede hacer sentir bien temporalmente, e incluso superior (“Menos mal que no he querido entrar al trapo, que sino…”) pero la cuestión inicial sigue sin resolverse y su pareja se sentirá peor (y puede que agredida por su silencio) Si tú realmente no puedes con la cuestión, di a tu pareja que necesitas un poco de tiempo. Tómate un momento para recoger la discusión más tarde.

No gritar. Algunas veces unas opiniones resultan ganadoras en una discusión porque se dicen en voz más alta, pero el problema solo se hace peor. Las malas formas y las imposiciones restan valor incluso a las decisiones más obvias y justas.

Tomarse un respiro. En un mundo perfecto todos seguiríamos las normas al 100% todo el tiempo, pero el mundo no funciona así. Si una cuestión empieza a ser demasiado personal o está saliéndose de madre, es el momento de un respiro. Acordar un momento para volver y discutir el problema después de que ambas partes se hayan calmado.

Intentar llegar a un compromiso o entendimiento. No siempre hay una solución perfecta a un problema. Trata por todos los medios de llegar a un compromiso (eso significa ceder por ambas partes). Si no puedes llegar a un compromiso, la mera comprensión de la situación vista por ambas partes puede ayudar a suavizar los sentimientos negativos.

Alberto Jiménez Ramos

Sexólogo-Psicólogo. Colaborador del Gabinete Vínculos

Pueden enviar sus dudas o consultas a jimenez.ramos.al@gmail.com

Normas del Club de la Lucha