miércoles. 24.04.2024

Carmen Donado: “La ayuda humanitaria es vital, sino fuera por las ONG´s esta gente moriría”

Carmen Donado es una enfermera del Hospital de Valdepeñas que un buen día decidió “liarse la manta a la cabeza” e irse al desierto con Médicos del Mundo para ayudar a los más necesitados, en este caso al campo de refugiados de Tinduf (Argelia). Con ella hemos hablado sobre su experiencia y las necesidades que allí tienen, que son muchas.

¿Quién es Carmen Donado y por qué un buen día decides emplear tus conocimientos para ayudar a los más desfavorecidos?

Soy enfermera de vocación, comencé con 16 años colaborando en Cruz Roja y llevo desde 2001 trabajando como tal. Actualmente estoy en el servicio de urgencias, aunque también estuve en bloque quirúrgico unos años.

Mi aventura comienza cuando conocí a un Oftalmólogo en el Hospital de Valdepeñas, un médico saharaui, el doctor  Malainin (Ualina como se le conoce aquí en Valdepeñas). Él iba a Tinduf con un proyecto que comenzó en el 95, con el doctor Tomás Pellicer, médico de Madrid del Hospital Ruber Internacional. En esa zona llevan desde ese año, operando gente en situación de abandono. Me dio la posibilidad de ir con él hace 1 año y estoy encantada, he ido ya tres veces. De esta experiencia me llevo más cosas positivas que negativas, de todo lo que ves allí.

¿Dónde es, concretamente, dónde vas?

Es una zona en Argelia (En el desierto del Sahara), que fue el único país que les dejó un territorio donde asentarse a los saharauis (después de la ocupación de su hogar, el Sahara Occidental, por parte de Marruecos), es una zona muy dura, donde en verano alcanzan temperaturas de hasta 60 grados, por eso se le llama “la Hamada del desierto” que significa el infierno del desierto. Quienes viven allí están en un abandono total, nosotros vamos con un equipo de oftalmólogos, porque allí hay muchos problemas oculares derivados de la arena, el sol y el viento, pero también de la diabetes endémica secundaria a la dieta (no sólo al té sino a los hidratos de carbono y la fécula que es lo único que tienen en la cesta básica de alimentación). No sólo hablamos de cataratas, sino de un elevado índice de pterigiums y, lo que es más triste por su inevitable paso a la ceguera, un porcentaje de glaucoma importantísimo que, por falta de recursos y de infraestructura, es casi imposible tratar. Algo tan pequeño como un colirio, allí se convierte casi en un objeto de lujo que marca la diferencia entre la luz y la ceguera más absoluta.

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Te voy a poner un ejemplo: allí una úlcera corneal puede suponer un riesgo vital debido a la situación de abandono en que se encuentran; es más, en abril del año pasado, la última cirugía de la comisión fue debido a ello. Por una herida en la córnea que se infectó, algo que en España es complicado que ocurra pero que de ser así se hubiera solucionado con un antibiótico, allí supuso que una mujer joven pasara por quirófano para que le quitáramos el ojo infectado y así evitar una infección generalizada que hubiera acabado con su vida

No es una zona apta para que vivan las personas, pero parece ser que el hecho de llevar allí 40 años, en un territorio que no es suyo, ya se ha hecho costumbre, hay una población de 170.000 mil habitantes.

¿Es muy necesaria la ayuda humanitaria?

Sí es necesaria, mientras el mundo siga ignorando la existencia de los campamentos de refugiados saharauis, están abocando a un pueblo de luchadores y a vivir de la cooperación. El terreno en el que están ubicados los campamentos  no permite comerciar con la arena y los minerales que puedan salir de las dunas, porque ni hay dunas, ni hay minerales.

La capa freática es tan  superficial que las pocas zonas de cultivo que encuentras son inutilizables de por vida al cabo de dos años de uso. No hay agua corriente, lo que convierte las infecciones intestinales en algo endémico y la deshidratación en una forma de vida. Existe un Ministerio de Salud, cierto, con sus hospitales regionales, que serían el equivalente a un centro de atención primaria un poco grande y el Hospital Nacional de Rabouni, donde nosotros operamos. Pero no hay médicos especialistas, ni cirujanos, ni equipamiento, ni stock farmacológico… Oftalmólogos, traumatólogos, otorrinolaringólogos, urólogos, endocrinos, cirujanos plásticos, etc. Desde cualquier punto de España y algunas partes de Italia y Francia, hay equipos que se desplazan durante todo el año para poder dar acceso a una sanidad digna a todo un pueblo dejado en el olvido.

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Porque, claro, hay muchas enfermedades de otro tipo, no solo oculares y la ayuda humanitaria es imprescindible

La triste realidad es que tienen una zona conocida como los Territorios Liberados que consiguieron recuperar durante la guerra, se llama Tifariti “ La Gaza” del Sahara a 500 km de Rabouni, digo triste porque está rodeada de “el muro de la vergüenza” 2.700 km de arena, hormigón y alambradas, minada en su totalidad. Unos 60.000 soldados marroquíes, armados, lo custodian en los puestos colocados cada cuatro kilómetros y cuenta con un sistema de radares para proteger su perímetro, un muro que separa la zona fértil del desierto de la estéril, y por ende, la vida de la muerte.

Se calcula que de 7 a 10 millones de minas están enterradas en las inmediaciones y ya han dejado a unas 2.500 personas mutiladas o muertas (entre ellas niños) y cada año la cifra aumenta, las personas que sobreviven, son operadas por comisiones de traumatología y compañeros  Saharauis del Hospital de Rabouni realizan el seguimiento y retiran los dispositivos que se les implantan para corregir las lesiones óseas, pero la vida para estos mutilados se hace más difícil si cabe, porque tendrán que sobrevivir en un territorio con pocos recursos y donde, a pesar de ser un territorio liberado, se reciben menos ayudas; el corazón se te encoje cuando ves a estos valientes abriéndose paso por la arena con sus muletas y sus sillas de ruedas antiguas y pesadas. La desactivación de minas se hace insoportablemente lenta, debido a la falta de recursos y al terreno altamente cambiante. 

Mientras no haya ayuda suficiente para acondicionar este terreno y dotarlos de servicios básicos, al menos, el drama seguirá existiendo. Por lo que resumiendo, la ayuda humanitaria en estos territorios es de vital importancia para su supervivencia mientras su situación política no cambie y siga sin acondicionarse adecuadamente el único territorio liberado.

¿Cómo es vuestro trabajo allí?

Como te he comentado la situación sanitaria es dramática, nosotros intentamos hacer el mayor numero de cirugías y atenciones en consulta que nos permite el tiempo y, por supuesto, el presupuesto de la ONG. En esta última comisión, durante 8 días de trabajo hemos hecho 140 intervenciones quirúrgicas y hemos atendido alrededor de 500 personas en consulta y llevado un total de 650 kg de material sanitario con nosotros.

Solemos ir para 15 días, dos veces al año, nunca en verano porque el calor es insoportable.

(Foto de Elena Blanco)

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Ayudar a los demás es una gran satisfacción y en este caso me da que lo tuyo es vocacional ¿Qué sentiste la primera vez que actuaste allí y como lo ves ahora que ya tienes experiencia?

La primera vez pensé que donde me había metido, todo es muy duro, te planteas tu forma de vida como tal. Mira, nosotros estamos en una vorágine de tener y necesitar  de todo y no vemos lo que necesitan ellos. La gente tiene que concienciarse que hay quienes necesitan nuestra ayuda, desde la gente de a pié hasta las empresas y profesionales.

¿Cuándo vuelves que te traes contigo?

Cuando vas allí quieres darlo todo, pero te queda la sensación que debes hacer más, que lo que haces es una gotita en el mar, pero es cierto que una gota y otra sería hacer mucho. Yo ya he ido tres veces allí, al principio entras en shock, llegas en el plan de que vas a hacer mucho y después te vuelves con la sensación de que aún tienes que hacer más. Lo cierto es que ellos te dan un curso intensivo de lecciones de vida, que te ayuda a valorar lo que tienes. Ahora vas con esa confianza en la que ya sabes a dónde vas y aun así te sigue impresionando la fuerza que tiene esta gente, te enseñan ellos más a ti, que tú a ellos.

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Cuando vuelves de nuevo, yo iré en noviembre otra vez, llegas con ganas de ayudar y con menos ganas de “mostrar”. Con esto me refiero a la necesidad que a veces tenemos cuando viajamos a estos lugares de mostrarnos como “salvadores” por supuesto con la mejor intención, pero en el fondo es un tipo de sentimiento, que cuando te metes de lleno en proyectos de este tipo,  lo empiezas a sentir como superficial y lo desechas de inmediato, en lugar de esto procuras mostrar más la situación en la que viven para poco a poco cambiar conciencias, ya que realmente ese es el principio del cambio.

La información es poder y puede que poco a poco las personas nos concienciemos que hay otro mundo que sufre y que necesita la ayuda de todos para que su situación mejore de una vez

¿Cuántos especialistas habéis ido en esta última vez?

De toda España cada vez vamos unos, en esta ocasión hemos  ido 4 Oftalmólogos, 7 enfermeros y 1 técnico de equipos y un logista. Trabajamos codo a codo con los especialistas locales de allí, que trabajan las 24 horas.

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¿Qué supone para ti a nivel profesional?

Es una gran responsabilidad, tú vas con tus conocimientos y tu experiencia pero esta experiencia esta adquirida en un lugar donde te sobran los recursos, ellos en cambio tienen que lidiar con problemas de salud que en muchas ocasiones se agravan por la falta de recursos. Puedes enseñar ciertas técnicas a tus compañeros locales, pero en realidad es un intercambio entre profesionales.

Lo que sí echo de menos es hablar con el paciente, ten en cuenta que nunca han ido a un hospital y están asustados, incluso hay quienes salen corriendo. De pronto, no puedes llegar allí y cambiar su forma de pensar y vivir, hay que enseñarles a usar los medicamentos y es complicado que entiendan que tienen que echarse, por ejemplo, un colirio en vez del remedio tradicional al que están acostumbrados, entre otras cosas porque cuando nos vamos, esos medicamentos un día se acaban y no tienen nada que ponerse, por lo que recurren muchas veces a la medicina tradicional.

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¿Qué mensaje lanzarías a la sociedad?

Pues animaría, sobre todo a la gente joven a tener una experiencia de este tipo, solo puedes verlo si estás allí. La ayuda es necesaria, deberíamos concienciarnos que a nadie le gusta estar pidiendo o viviendo mal, hay que mirar a nuestro alrededor y ver qué pasa en el mundo, informarnos y no juzgar, así lo entenderás mejor.

Ellos malviven, nosotros vivimos. Debemos ser más humanos. Cuando les conoces, cuando has cooperado te vuelves más humano.

Debes ser, en ocasiones, un mero observador, de golpe no puedes cambiarlo todo. Pero cuando te empapas de la historia de vida de estos pueblos, si puedes al menos denunciar lo que está ocurriendo fuera de nuestra zona de confort.

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Carmen Donado, una enfermera de Valdepeñas que presta ayuda humanitaria en los campos...