sábado. 20.04.2024

Por una agricultura ecológica en Castilla-La Mancha

La agricultura orgánica va ganando adeptos de forma progresiva en nuestro entorno europeo. No tan solo para garantizar que el producto llegue al consumidor sin trazas de fertilizantes ni sustancias químicas de efecto poco conocido e incluso indeseable para la salud de las personas, sino que se está convirtiendo en una actividad agropecuaria totalmente armónica con el medio ambiente.

La agricultura orgánica va ganando adeptos de forma progresiva en nuestro entorno europeo. No tan solo para garantizar que el producto llegue al consumidor sin trazas de fertilizantes ni sustancias químicas de efecto poco conocido e incluso indeseable para la salud de las personas, sino que se está convirtiendo en una actividad agropecuaria totalmente armónica con el medio ambiente.

La crisis que estamos viviendo puede favorecer la búsqueda de nuevos yacimientos productivos en un sector que deberíamos valorar más, y en que ayuntamientos como el nuestro (Valdepeñas) podrían favorecerse, con iniciativas no tan solo formativas, como el Curso de Huerto Ecológico que ofreciera la Universidad Popular, sino facilitando actividades de agricultura orgánica que puedan facilitar el comercio orgánico y la consiguiente vida más sana que hoy se va apoyando, con certificaciones europeas y con un consumo responsable, que vaya más allá de los intereses de aquellos que convierten “lo verde y sano” en un  producto más de marketing comercial la mayoría de las veces con prácticas comerciales “de economía sumergida”.

La utilización de plaguicidas está demostrando con su presencia en alimentos su influencia perniciosa tanto en temas de fertilidad como en alteraciones hormonales con sus consecuencias en sobrepeso, problemas digestivos...

A diferencia de los alimentos obtenidos con los OMG (organismos modificados genéticamente), más conocidos como transgénicos, todavía no están suficientemente estudiados y sus consecuencias en el consumo, hacen que los ecológicos presenten mejores propiedades tanto en sus sabores como en sus propiedades saludables.

Los niveles de nutrientes en los alimentos orgánicos han demostrado ser superiores que los convencionales y eso nos motiva al consumo ecológico

Habría que practicar una agricultura sustentable en el curso del tiempo y especialmente amigable con un medio ambiente, desgraciadamente muy alterado en nuestro entorno castellano-manchego, pues sabemos la fuerte implantación en nuestra provincia de las semillas transgénicas (la más elevada en España).

Muchos son los usos agropecuarios que se han visto muy alterados en estos tiempos.

No sabemos cuántos han introducido técnicas inadecuadas o insostenibles sin poder evitar cuestionar si ha merecido la pena incrementar producciones “regadas” en terrenos de secano, ahogando unos acuíferos muy saturados, que incluso han favorecido cambios ecológicos profundos en nuestros cauces y alumbramientos naturales, ricos en presencia de nitratos y restos de pesticidas perniciosos.

Productos de secano, como las lentejas, que muchos  sustituyeron en época de bonanza artificial vuelven a ser glosados por su importancia en una alimentación sana, también garbanzos, habas…

No hablemos del aceite de oliva o del vino, que debe ocupar la atención preferente en su aspecto de calidad, por encima de cantidades de producción.

La “cultura” de la ganancia fácil y los subsidios europeos con poco trabajo, van a tener que ir dejando paso a un redescubrimiento de la vida campesina, porque la apuesta industrial y de servicios nos ha llevado donde estamos.

Los ambientalistas creemos que se debe mirar con más atención a un nuevo desarrollo del sector primario y agro turístico de nuestros entornos. Nos sobran campos y espíritu creativo que puedan favorecer las industrias agropecuarias antes que la competencia del sur o del norte nos destruya.

Por una agricultura ecológica en Castilla-La Mancha