sábado. 20.04.2024

Bandera y constitución

Estos días he oído decir a Casado y Arrimadas, entre otros, que Pedro Sánchez tiene que rectificar y volver al constitucionalismo. Y yo me pregunto: ¿Qué entienden estos señores por constitucionalismo? Muy sencillo: como se creen los dueños de la Constitución y de la Bandera, se hacen una constitución y una bandera a su medida, a su gusto. Las hacen a su gusto y las utilizan a su gusto; las utilizan, no para defender el españolismo de todos, sino para justificar sus posicionamientos.

A mí, me gusta mi bandera; me siento orgulloso de ella. Me gusta una bandera que sirva de unión entre todos los españoles; no una bandera se separe, no una bandera que distinga a los españoles buenos de los malos. Me siento orgulloso de ella, como me siento orgulloso de mi España. Pero no me siento más orgulloso porque se luzcan las banderas en los balcones. Busco el orgullo en una España que no tenga el mayor índice de desigualdad de Europa, excepto Rumanía y Letonia. Quiero una España que no tenga la tercera parte de españoles en riesgo de pobreza. Me sentiría mucho más orgulloso si no hubiera corruptos, y que se pagaran impuestos con justicia.

¿Y la Constitución? Otra herramienta para justificar lo injustificable, o para basar sus propuestas. Una Constitución que solo sirva para aplicar el 155, sin más. Pero no una Constitución para luchar contra los que no tienen techo, o para acabar con los que no gozan de sus derechos más elementales. Solo se acuerdan de la Constitución para defender “la unidad de España” -que yo también la defiendo-, pero no se acuerdan de ella cuando se trata de avanzar en la mejora de la convivencia, y de garantizar un estado del bienestar propio de un país que progresa y mira por sus ciudadanos.

Se declaran constitucionalistas, aquellos que no les entusiasmaba ese proceso constitucional, los que lo calificaban de charlotada, los que no la apoyaron y dieron libertad de voto a sus militantes. Esos mismos son ahora los que no quieren ni tocarla porque es su santo y seña. Pues hay que tocarla, reformarla, y actualizarla a las necesidades que van surgiendo. O lo hacemos, o se nos muere; se nos hace inservible. Si la queremos viva y fuerte, hay que alimentarla, cuidarla y corregirla, continuamente. ¡Que pobre españolismo presentan los que usan y se acuerdan de la Bandera y la Constitución, solo en su lucha partidista!

Bandera y constitución