viernes. 19.04.2024

España ha votado

La primera valoración que se me ocurre, con una buena dosis de prudencia, de respeto y tolerancia, es analizar la figura del presidente Pedro Sánchez. Está dibujando una trayectoria a la inversa de lo que hemos conocido hasta ahora. Los líderes surgen por implosión, toman el liderazgo con gran ímpetu, toman las primeras decisiones con inmediatez, para luego irse desinflando con el lógico desgaste que produce la política. El caso de Pedro Sánchez no es así. Empezó de la nada, y ha ido resistiendo y resurgiendo con fuerza, tesón y pragmatismo.

Ha sufrido presiones y ataques, dentro y fuera de su propia casa. Siempre sacó la cabeza con más decisión y fuerza que el minuto anterior. Muy pocos se imaginaron que iba a ejercer el liderazgo dentro y fuera, de forma indiscutible. La realidad a día de hoy es que ejerce la secretaría general del PSOE sin discusión de nadie, que ganó por primera vez una moción de censura, y que se encuentra en situación de gobernar España durante los cuatro años venideros.

Otra reflexión oportuna y necesaria es que, de una vez por todas, desaparezcan ciertas inercias que algunos decidieron poner en marcha, creyéndose que así iban a conquistar el mundo. Está comprobado. Se han equivocado los que faltando al respeto y a la verdad, basaron toda su lucha partidista en crear tensión. A un adversario político se le puede y se le debe criticar sus decisiones y sus propuestas, pero mediante argumentos convincentes; nunca buscando el desprestigio personal mediante falacias. Deberían reconocer su error y eliminarlo de su agenda.

Todo parece indicar que en estos momentos Pedro Sánchez pone como primera opción gobernar en solitario con pactos puntales en cada momento. Es difícil, pero presenta una actitud deseable de la que no estamos acostumbrados: a gobernar contando con la oposición, a gobernar en continuo debate y consenso. Tampoco hay que descartar un pacto con fuerzas progresistas de izquierda. También tiene sus dificultades, pero pienso que favorecería a ambos. Unos aportarían la exigencia del bienestar social, y los otros pondrían la experiencia y actitud de Estado que algunos aún se encuentran, con sincero deseo, en vías de madurez. Confiemos.

España ha votado