La misma noche del 1-O me puse a escribir. Pero lo borraba. No quería escribir bajo el síndrome del enfado que me embargaba. Lo dejaba. Lo intenté el lunes, y el martes, y seguía sin gustarme lo que escribía. Pasa el tiempo, y el enfado continúa igual. ¿Enfado? ¿Confusión? No lo sé. Quizá sea tristeza. Sí, es tristeza; es tristeza lo que emborracha mis sentidos después de haber visto lo que ocurrió el domingo día 1. Sabía que la pésima estrategia de los líderes de ambos bandos, conducía hacia un enfrentamiento inevitable. Pero creo que la realidad ha superado la ficción.
¿Quién ha ganado? Nadie. ¿Quién ha perdido? Todos. Una pandilla de irresponsables que no han medido las consecuencias. Esto ya no es enfrentamiento; esto ya no es un choque de trenes; esto es fractura social; es odio entre sectores irreconciliables. Pero, ¿qué han hecho para sembrar tanto odio? ¿Qué han hecho para enfrentar a catalanes contra catalanes, a catalanes contra españoles, a españoles contra catalanes? Algún día, la historia lo analizará. Hoy solo nos queda exigir, y no es poco, la responsabilidad que tienen por acción o por omisión. Lo que han hecho, que no debían haber hecho nunca; y lo que no han hecho que deberían haber hecho.
Lo dije antes del día D, y lo digo ahora con mayor firmeza. Puigdemont con sus compinches, y Rajoy con los suyos, tienen que marcharse inmediatamente. Ya sé que no se van a ir. Como se van a ir si ambos salen haciendo declaraciones como si el triunfo los acompañara; como si salieran al balcón a exhibir el trofeo conseguido; echando la culpa al otro, y alegrándose de lo que bien que lo han hecho. Están incapacitados para dialogar. Es imposible establecer puentes mientras estén los dos.
Pero es que la tristeza no termina ahí. La tristeza me sigue afectando cuando veo la falta de ideas, de proyecto; cuando veo lo que se avecina. ¿Cómo vamos a salir del laberinto en que nos hemos perdido? Alguien tiene que dar un puñetazo en la mesa y decir: ¡Basta ya!. Hace falta con urgencia un liderazgo que tenga la capacidad de convocar a todos en una mesa. ¿Podría ser Pedro Sánchez? Pedro, no le pidas a Rajoy lo que tiene que hacer; no lo va a hacer; hazlo tú. Hablar con todos, sin excepción. Presentar propuestas. Creo que eres el único en condiciones de hacerlo. Pero, tiene que ser hoy; mañana puede ser tarde.