jueves. 28.03.2024

Lo primero, gobierno

Estamos en agosto. España no puede estar sin gobierno otro medio año. Medio año que podría ser más. ¿Y si el 10 de noviembre nos encontramos con una situación en la que sea preciso pactar? ¿Otra vez a empezar? No. Por favor. España tiene por delante grandes, imperiosos, urgentes, retos que no pueden esperar. Llevamos cuatro años con gobiernos provisionales, y problemas como el conflicto catalán, la corrupción, desigualdad, precariedad, paro juvenil, reforma fiscal y laboral, y no sé cuántas cosas más. No es hora de culpables; es hora de buscar salidas.

Una salida, desgraciadamente muy poco probable, es la abstención del PP para que se pueda formar el único gobierno que hoy es posible. Es la única salida que el PP tiene a su alcance. O se abstiene o España sigue sin gobierno. Casado sabrá lo que él entiende por constitucionalista y patriota. Si él tuviera posibilidad, sería legítimo no facilitar el gobierno a Pedro Sánchez. Pero es que el PP no tiene posibilidad alguna. Ni come, ni deja. Bueno sí: cargarse a Pedro Sánchez.

Menos probable aún, aunque incomprensible e irresponsable, es el apoyo de Albert Rivera. No es la solución que yo deseo, pero hoy tendríamos gobierno si se hubiese recuperado el programa de 200 puntos que otrora pactó con Pedro Sánchez. Un programa que compaginaba lo social con lo liberal. No me gustaría, pero sería una salida. Quizá la más viable, porque ambos tienen mayoría absoluta. Pero…Él sabrá por qué se ha cambiado la chaqueta, y se ha metido en un laberinto sin salida. Esta locura le está perjudicando a su partido y a España. ¡Otro constitucionalista!.

La salida que está más al alcance de la mano es un Gobierno de Pedro Sánchez, -el único posible-, con el apoyo de Podemos. Es el más próximo porque a ambos le mueven las mismas motivaciones sociales. Son otras las razones que les separan. Pero se pueden salvar. Basta con que Iglesias admita que la coalición no ha sido posible, ni lo va a ser. Basta con que Iglesias admita, -como le están diciendo desde círculos muy próximos-, que su prestigio, su reafirmación como partido de gobierno, se puede hacer mejor desde el Congreso que en el Gobierno. ¿Apoyo gratis? No. Con exigencias programáticas, con exigencias sociales. ¡Pero lo primero gobierno!

Lo primero, gobierno