Si retrocedemos varios años en la historia, observamos que en la Edad Media los mercados eran lugares que ofrecían la posibilidad a artesanos y a vendedores de diferentes países de mostrar al público sus productos para intercambiarlos o venderlos.
Los mercados se celebraban en lugares públicos como plazas y calles adyacentes. En otras ocasiones se instalaban fuera de las murallas de las ciudadelas o en puntos intermedios entre la ciudad vieja y los nuevos arrabales.
Los artesanos que allí se encontraban vendían todo tipo de productos como, por ejemplo, herramientas, cerámica y ropa. A ellos se unían los campesinos para intentar vender sus excedentes en cereales, fruta o carne. De esta manera, los mercados se convertían en lugares de comunicación y conocimiento, propiciando un intercambio no solo mercantil sino también cultural.
En la actualidad, los mercados medievales o de época intentan revivir las actividades comerciales de aquellos años incorporando la cultura y la historia como mecanismo de generación de nuevos atractivos turísticos.
En ellos se pueden encontrar desde artesanía, joyería y decoración hasta bares, puestos de chucherías y juegos infantiles, además de talleres demostrativos, cuentacuentos para los más pequeños y diferentes espectáculos.
Además, como señalaba el año pasado la Teniente de Alcalde de Festejos de Valdepeñas, María José Ruíz, los mercados medievales se siguen organizando porque tienen una gran aceptación, no solo por los ciudadanos de la localidad sino también por gente de otros pueblos.
