lunes. 29.04.2024

Al menos en el siglo XVII, donde las fuerzas de la naturaleza se situaban muy por encima de la ciencia. La historiadora solanera Concepción Moya habló sobre brujería y hechicería en el Campo de Montiel durante el Siglo de Oro en el café coloquio semanal de la Asociación de Mujeres de La Solana. Un tema siempre sugestivo. 

Su ponencia la basó en un trabajo que presentó en el V Congreso de Historia Social de la UCLM y se centra en el siglo XVII porque “es donde más casos he encontrado”, declaró a la prensa local. Admitió que la brujería y la hechicería son temas que llaman mucho la atención “por la parafernalia que encierra y porque no se sabe demasiado de ello”.

Según la historiadora, en el siglo XVII había bastantes mujeres dedicadas a la hechicería o a la brujería en el Campo de Montiel, sobre todo en sus tres municipios más importantes: Villanueva de los Infantes, Membrilla y La Solana. En algunos casos con origen gallego, como la esposa del ventero de Santa Elena (San Carlos del Valle), natural de Padrón (La Coruña), una tierra especialmente célebre por sus meigas.

Pero una hechicera no era una bruja, aclaró. Las primeras hacen ungüentos y trabajan con hierbas, sin ir más allá. Las brujas invocan directamente al diablo y se arrogan poderes propios, por eso eran más perseguidas por la Inquisición, según demostró en su libro titulado ‘La Inquisición en La Solana’.

Concepción Moya intenta desmontar la visión trágica y oscura que se tiene de la España de la Inquisición respecto a las brujas o hechiceras. Los países donde había triunfado la Reforma Protestante persiguieron más a las brujas que los países que siguieron siendo católicos, y dio un dato contundente. “En España se sacrificaron a unas 300 mujeres y sólo en Alemania entre 20 y 30 mil”. Asegura que la Inquisición española discriminaba mejor los casos de brujería según su gravedad respecto a los países luteranos, más severos y arbitrarios en la persecución por falta de preparación de sus inquisidores.

Había tres o cuatro motivos para buscar una hechicera en el siglo XVII, al menos en el Campo de Montiel. Primaban los rituales amorosos o sexuales, con el típico caso que buscaba el amor de fulano o de fulana. Luego estaba el curanderismo, donde el cliente anhelaba una solución a su dolencia o enfermedad. Y también proliferaba la búsqueda de personas ausentes. En el siglo XVII, con motivo de las levas de hombres para las guerras en Cataluña o Portugal, muchas mujeres se encomendaban a la hechicería para saber dónde estaba el marido, el hijo o quien fuera. Por último, también se solicitaban hechizos para obtener dinero fácil en los juegos de azar.

Hoy en día todavía quedan residuos, como el llamado mal de ojo, que en La Solana continúa teniendo vigencia en determinados círculos. Y es que la superstición no es algo exclusivo del siglo XVII. Qué va. En cualquier caso, Concepción Moya defiende el papel de la hechicería en la sociedad del momento, “no se puede dejar de comprender su importante labor en el curanderismo de aquellos tiempos”.

 

 

 

Brujas y hechiceras, a debate en la Asociación de Mujeres de La Solana