Otros aprovechan para adquirir el objetos, o los objetos que se ofrecen en los numerosos puestos colocados en alguno de los paseos del denominado parque viejo, al que han vuelto muchos de ellos desde la calle Empedrada, este año sólo ocupada en parte por sillas de los bares de la misma, comprar el turrón o degustar la última berenjena de las típicas orzas.
Son las últimas horas de una feria en la que ya se podía apreciar cómo muchas de las atracciones tenían al lado de las mismas los camiones que, pocas horas después, llevarán ese mundo de color, música y de ilusión a otro lugar y luego a otro.
Pero como suele decirse ya falta menos para que llegue la feria de otro año, el 2016, en la que Santiago y Santa Ana volverán a traer la ilusión a pequeños y mayores, cuando los gigantes y cabezudos recorran las calles del centro camino del ferial y el alcalde vuelca a cortar la cinta y subir la bandera de La Solana, que ondea junto a la fuente del parque del 24 al 29 de cada julio.
