jueves. 25.04.2024

Los adultos nos movemos esencialmente en el mundo racional, en el mundo del lenguaje. Y los más pequeños, no acceden al lenguaje hasta los 2 – 3 años, no siendo claramente competentes hasta que tienen 6 años. Por eso se producen tantas interferencias en la comunicación niño – adulto. Porque los adultos nos hemos olvidado de nuestra comunicación emocional. Aprender a reconectar con la emoción, nos ayuda a comunicarnos con nuestros pequeños.

Todas las personas tenemos un cerebro. Y éste está dividido en diferentes partes, cada una de las cuales se ocupa de diferentes cosas. Por ejemplo, nuestra parte derecha del cerebro se ocupa de las emociones y las experiencias en las relaciones interpersonales, mientras el izquierdo es lógico, lingüístico y literal. Otras se ocupan de mantener el latido del corazón y la respiración (el reptiliano), otras de la memoria, otras de la visión…

articulo begoña sanchez

 

 

 

 

 

 

Cuando un niño pequeño empieza a preguntar por qué, es cuando el cerebro izquierdo empieza a activarse. Conocer esto es fundamental para entender, que los niños pequeños no atenderán (ni entenderán) largas explicaciones, sino que necesitarán que los adultos conecten con lo que está pasando, concretamente con la emoción que está ocurriendo, para poder acceder a su mundo y tratar de explicarlo. Los adultos tenemos la responsabilidad (ya seamos padres, profesores, educadores…) de nombrar las cosas, de enseñar a los más pequeños la palabra, y de conectar las emociones con el lenguaje, dándoles un lugar en la experiencia vital, y una función. Entender esto es dejar de ignorar lo que los más pequeños están sintiendo, para pasar a ser la llave comunicativa y relacional.

Hay tres pasos básicos que toda persona adulta que esté en contacto con niños debe saber:

1. Ponte a su altura. Para hablar con los más pequeños, es más fácil hincar la rodilla en el suelo, y mirar a los ojos, que hablar desde lo alto, sin saber si nos están atendiendo. De esta forma nos garantizamos una comunicación directa.

2. Conecta con la emoción. Esto quiere decir, que a lo primero que tienes que prestar atención es a lo que está sintiendo el peque: si está enfadado, cansado, aburrido, triste…

Esta es la base para establecer la comunicación con él. Partimos de la emoción, la nombramos, y a partir de ahí hablamos.

3. Adapta tu lenguaje. No es lo mismo hablar con un niño de 2 años que con un adolescente. Así que cuanto más pequeño, frases más cortas, palabras sencillas e ideas claras. A la tercera frase se habrán desconectado. Recuerda que están desarrollando el lenguaje.

Los niños son personas maravillosas, que nos enseñan mucho a los adultos. No descuidemos nuestra relación con los más pequeños, porque es una oportunidad de crecimiento no sólo para ellos, sino también para nosotros. Permitirnos aprender, ampliar el enfoque y aprovechar las situaciones (incluso de conflicto) con los más pequeños, nos ayuda a comprender no solo al otro, sino también a nosotros mismos.

 

Aprendiendo con los niños