viernes. 26.04.2024

Todo lo relacionado con la sexualidad masculina parece evidente, sólido y sin fisuras. Lejos de eso es un terreno por explorar y descubrir, desde el mundo científico y desde los propios hombres. Sus puntos flacos no crean ríos de tinta en las publicaciones, sus debilidades no salen en la televisión, ni hay un “día de” para ellos.

La sexualidad masculina está construida a base de mentiras, mitos, falsas verdades y temores. ¿Voy a por unas cuantas?

El hombre siempre sabe qué hay que hacer en una relación erótica, aunque sea la primera vez. Un hombre no debe expresar sus sentimientos. Siempre está dispuesto a mantener relaciones eróticas. Un hombre siempre está pensando en el sexo. Un hombre siempre se excita en una situación erótica: si no, es que algo no funciona bien en el hombre o se desvía de la norma. Una erección cuanto mayor, mejor; por lo que si no la tiene o está es insuficiente es que su pareja no le excita y jamás será un compañero sexual adecuado. Cuando un hombre tiene una erección hay que hacerlo para llegar al orgasmo. El sexo solo es por iniciativa del varón. El hombre siempre lleva la voz cantante en cuanto a la relación se refiere (con quién, de qué manera, en qué lugar, con qué frecuencia,…) Un hombre solo se reafirma como tal si mantiene una vida sexual activa. Una vez que el hombre ha tenido su orgasmo la relación sexual ya ha terminado. La masturbación es físicamente dañina y moralmente mala. Un pene pequeño, sobre todo si también lo es en erección no sirve para satisfacer sexualmente a su pareja. Los penes cuanto más grandes, mejor.

¿Temores? Casi se podría centrar en dos: no tener erección o eyacular de forma prematura. Aunque ambas situaciones se pueden resumir en el “no dar la talla”. El caso es que hay que cumplir siempre. Y no tener una erección (hay que tenerla siempre) o eyacular precozmente (hay que durar mucho para dar placer a su pareja) es no haber cumplido con el papel de macho cubridor que ha sido asignado y asumido. Episodios de fallo en la erección y/o eyaculación prematura se dan en todos los hombres. Si su amigo le dice que él nunca, miente o le espera a la vuelta de la esquina. Porque estos episodios son más la norma que la excepción. La fatiga, el estrés, el aburrimiento, estar tomando algunos medicamentos, procesos de enfermedad, el consumo de alcohol u otras drogas, también el tedio en la pareja o que esta sea puramente nominal; son muchas de las variables que pueden influir en que alguna de esos episodios aparezca.

Porque no vale tampoco con cumplir, hay que hacerlo con nota. En esta situación, la de las relaciones eróticas, no vale con un aprobado o un notable. Sólo cuentan los sobresalientes y se proclamaran las matrículas de honor. Don Juan es el mito al que todo hombre debe pleitesía. Tener muchas conquistas y contarlo. Nuestra sociedad científica y económica quizá algo tenga que ver en ello, con esta manía de contarlo todo, de cuantificarlo, de medirlo y compararlo con los otros (competitividad) para quedar siempre por encima, o intentarlo.

Mitos y temores van de la mano, como el que existe en torno a la homosexualidad. Un hombre que no se excita con una mujer “será que es gay”. El temor a ser homosexual, a que se le contagie, a que baste un solo acto o pensamiento homoerótico que ya le convertirá para toda la vida en homosexual.

El mito nace de la falta de conocimiento, de la ignorancia. Se crea con una información no contrastada, a menudo, con el único apoyo de su procedencia: estructuras de poder o personas con un vínculo significativo. Si no tengo información fiable, el mito será mi guía. Bueno o malo es lo que tengo. Si desconozco y no veo el fondo del precipicio surge el miedo y la represión.

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Mitos y temores del hombre