viernes. 26.04.2024
SOCIEDAD

Los dueños de la casa incendiada el pasado lunes en Valdepeñas sospechan que "el fuego fue intencionado” y temen “que vuelva a ocurrir”

El pasado lunes se produjo un incendio en la parte de atrás de una casa situada en el campo, en Valdepeñas, vivienda habitual de sus propietarios, Carmen y Alberto, un matrimonio joven que vive con sus tres hijos de 14, 12 y 5 años, y que piden más vigilancia, puesto que sospechan que “fue intencionado” y según ambos “ya se han producido 8 incendios en la zona, en algo más de un mes”, que ellos mismos y sus vecinos han sofocado. En advaldepeñas, nos hemos desplazado hasta su finca para conocer de primera mano lo que ocurrió aquel día, tras el cual esta familia vive atemorizada.

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Carmen y Alberto, son de Barcelona y vinieron a Valdepeñas buscando una vida sana para sus hijos, puesto que además el mayor sufre de asma y cada vez que venían a La Mancha el clima le sentaba bien: “Nuestro hijo padecía asma y nos dimos cuenta que cada vez que veníamos a visitar a la familia el niño mejoraba y decidimos venirnos a vivir a La Mancha, donde buscamos en distintos lugares casas de campo y al final la encontramos en Valdepeñas, aquí estamos muy a gusto y muy contentos, no tenemos familia pero sí buenos amigos y vecinos”.

La finca de Carmen y Alberto está situada a 4 kilómetros de Valdepeñas. Un camino bordeado por pinos y olivos te lleva hasta la verja de entrada, al traspasarla vemos un jardín con grandes árboles, bien cuidado, limpio, en orden, que te adentra hasta su vivienda, al lado de la cual y a un metro de distancia de la misma observamos las secuelas dejadas por un incendio que pudo haber acabado en una gran tragedia. Miramos alrededor y vemos que todo está rodeado de olivos, “sus olivos”, algunos quemados por el fuego que se produjo en un lateral de la verja, justo al lado de su invernadero que hoy ya no existe. Un fuego que quemó su hiedra, su cerezo rojo, el árbol que más le gustaba a Carmen y que ahora deben arrancar porque no sirve, está muerto. Observamos todo con estupor, mientras Carmen, con gafas de sol negras, ocultando sus ojos hinchados de llorar pensando en lo que les podía haber pasado y en lo que han perdido, nos va relatando, entre sollozos, lo que ocurrió y mostrando cada rincón quemado.

“El lunes a las 15:30 horas comenzó un fuego delante de la casa, en el camino donde están los pinos y se quemaron dos. Nos dimos cuenta porque me asomé a la ventana, ya es el séptimo incendio por la zona, siempre te estás asomando a la ventana, se originan alrededor de nuestra finca y de la de otros vecinos. En ese momento vi humo y grité que había fuego, salimos los niños, mi marido y yo con cubos de agua para apagarlo. La puerta de entrada tiene un candado que siempre se deja abierto, alguien había cerrado el candado. Llamamos a los bomberos y los vecinos nos ayudaron a apagar el incendio, también vino la policía y yo les expresé mi miedo porque me parecía raro que el candado que siempre dejamos abierto y así estaba, en ese momento estaba cerrado.  Después mi marido se fue a trabajar y me quedé sola con los niños en casa, estaban muy nerviosos porque el fuego estuvo muy cerca, yo les animaba diciéndoles que somos fuertes, muy fuertes y que si ocurria otro teníamos que volver a apagarlo. Alrededor de las 18:00, mi hijo mayor comenzó a oír un ruido como un viento extraño, salimos fuera y vimos que si había fuego y que este era ya en la casa. Mi hijo salió a llamar a los vecinos, yo avisé a los bomberos, que tardaron poco, pero a mí se me hizo eterno. Salí corriendo hacia fuera con los niños porque inhalabamos mucho humo. El fuego estaba a un metro de la casa, en la sala que tenemos en el lateral donde los niños suelen estudiar y tienen sus juegos y su espacio de recreo. Ahí también había un invernadero con plantas, con ropa de trabajo, con herramientas para el jardín, las bicicletas y patinetes de los niños, además de recuerdos que se han quemado. Llamé a mi marido que vino con todos sus compañeros de trabajo, al intentar apagar el fuego él mismo sufrió quemaduras en el brazo, mis hijos inhalaron humo y al mayor hubo que ponerle oxígeno, el mediano con crisis de ansiedad como yo, y mi hijo pequeño con mucho miedo del que aún no se ha recuperado, sigue teniendo pesadillas”.

Carmen señala que el fuego se quedó a un metro de entrar en la vivienda, todo huele a quemado “las llamas golpeaban en dirección a la casa y gracias a un vecino, Oscar, pudimos recuperar a la tortuga y al pájaro que estaban en la terraza. Mi hijo mayor estaba sufriendo por los animales. Los niños consideran que Oscar es un héroe, porque salvó a sus animalitos”.

 Para esta familia “el fuego está claro que fue intencionado, es el octavo incendio en la zona, no sé qué pensar porque ya me cierran hasta el candado de la entrada”.

Carmen da las gracias a los vecinos “porque nos ayudaron, me sentí apoyada, y por supuesto a los compañeros de trabajo de mi marido que dejaron todo por venir a ayudar”.

Seguimos observando la escena y vemos que hay olivos afectados, un ciruelo que debió ser precioso y al que Carmen le tenía mucho cariño porque según nos cuenta “se veía desde la carretera, llamaba la atención y hoy está quemado, hay que arrancarlo”.

Carmen y Alberto no se fían y nos dicen que “están muy nerviosos porque no saben si volverá a pasar y no dormimos por la noche”.

Se trata de una familia normal, sencilla, que adora la naturaleza y que solo pide que “haya más vigilancia en la zona y que limpien, quién corresponda, el pasto que está seco enfrente de mi casa”, explica Alberto quién también añade que “se debería obligar a los dueños de ese pasto seco a limpiarlo, bien el Ayuntamiento o quién corresponda”.

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