viernes. 26.04.2024

Muchas cosas de las que la rutina se encarga de que no valoremos, día a día, no podríamos hacerlas si no fuera porque los abuelos están ahí. Y no hablamos de cosas no habituales, sino necesarias como lo es trabajar. Muchas familias no llegarían a final de mes, si en plantilla no tuvieran a los abuelos.

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En cuestión de pocos años, los abuelos han pasado de ser “los padres ausentes de los padres” a los que visitábamos los fines de semana o en verano y que nos consentían, a ser los mejores amigos de nuestros hijos, a los que cuidan, los llevan, los traen, supervisan su alimentación, se encargan de que asistan a sus obligaciones, y lo más bonito y entrañable es que se convierten en cómplices de sus pequeñas experiencias, compartiéndolas y disfrutándolas de primera mano. Parece que la vida les recompensa, pues todo lo que no han podido disfrutar con nosotros, debido a la responsabilidad que conlleva el ser padre, hoy pueden hacerlo con nuestros hijos.

Pero, ¿no es demasiada responsabilidad la que dejamos en sus manos, aunque para ellos sea algo tan bonito? A pesar de ser una experiencia enriquecedora, tanto para ellos como para los más peques, esta realidad puede acarrear consecuencias negativas.  La primera y más importante sería impedir que los abuelos puedan disfrutar, tranquilamente, de su jubilación y otra, no menos importante, la sensación que se tiene por parte de los padres que se sienten inconformes respecto a “la debilidad” con la que los niños son tratados por parte de ellos.

En muchas ocasiones los padres solemos abusar de los abuelos sin pensar en la etapa de vida que están, y en cómo puede influir esta nueva realidad en ellos. Porque aunque para ellos sea una experiencia maravillosa, se sientan útiles y rejuvenezcan tomando con alegría el rol de “nuevos padres”, no hay que olvidar que en muchas ocasiones la tarea se les pueda resistir un poco.

Por todo ello, y debido a que todos vamos en el mismo barco, todas las partes deberemos ser lo más considerados posibles. Los abuelos deberán ir en la misma línea educativa de los padres y confiando en como ellos lo hacen sin criticar, y en el caso de los padres, éstos no deberemos sobrecargarlos, respetando así sus tiempos de descanso y algo muy importante y que no deberíamos olvidar,  confiar en ellos, pues si ya nos educaron a nosotros, sabrán hacerlo igual de bien con nuestros hijos.

Pero sin importar los problemas, la relación entre abuelos y nietos es muy enriquecedora. Los abuelos les trasmiten sabiduría, experiencia, tranquilidad, cariño, estabilidad y lo más importante de todo esto es que el beneficio es mutuo, ya que los abuelos también se enriquecen emocionalmente con el contacto de sus nietos. ¿Puede haber relación más bonita y sincera? Yo creo que no...

El Verano y los Abuelos