viernes. 03.05.2024

O quizá porque esos héroes anónimos a menudo ignoran que lo son y realizan sus hazañas sin darles importancia, como si sus acciones fueran la cosa más normal del mundo. Sea como sea, nunca debemos olvidarnos de que la mayoría de los héroes no visten capa ni llevan brillante armadura.

Miguel Ángel, uno de esos héroes anónimos, ha realizado hoy la penúltima etapa de la ruta que le ha llevado a lo largo y ancho de la provincia de Jaén dando a conocer la enfermedad de Celia y concienciando a la gente sobre las enfermedades raras. Ha recorrido la comarca de Sierra Mágina, famosa por su aceite de oliva y también por sus castillos. Ha sido un día provechoso, donde no sólo se ha conseguido el compromiso de algunos Ayuntamientos de realizar actos en favor de Celia, sino que también la Junta de Andalucía la incluirá en sus planes sobre enfermedades raras. A la última parte de la etapa se ha sumado la asociación “Vida al Ciclista”. Más héroes anónimos ayudando al héroe.

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No quiero olvidarme de otros héroes anónimos que, aunque poco nombrados por mí en estas crónicas, merecen todo mi reconocimiento. Me refiero, naturalmente, a los padres de Celia. Siempre con ella, animándola y atendiéndola, a menudo ocultan las lágrimas bajo una cara alegre para que Celia no sienta la angustia que ellos sienten. Creo que es de justicia este pequeño reconocimiento a su diaria labor heroica, aunque estoy seguro de que su mayor premio será ver la sonrisa de su hija mientras juega, estudia o sueña.

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Porque esa sonrisa es la bandera de nuestra pequeña gran heroína. Y ser capaz de sonreír como ella lo hace es la mayor prueba de heroísmo que jamás podré contarles. El secreto de esa sonrisa no es otro que sentirse feliz. Sabe que es querida, sabe que la enfermedad no podrá doblegarla y sabe, en definitiva, que con la ayuda de todos acabará venciendo.

Decía la Madre Teresa de Calcuta que “no tenemos la solución a todos los problemas del mundo en nuestras manos; pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”. Los héroes anónimos han comprendido esta frase y utilizan sus manos para solucionar los problemas de los que están a su alrededor. Sin alardes ni aspavientos. Como si lo que hacen fuera lo más normal del mundo. No, la mayoría de los héroes no visten capa ni llevan brillante armadura. A veces montan en bicicleta, ocultan las lágrimas o, sencillamente, llevan una sonrisa por bandera.

http://www.unaesperanzaparacelia.org/

Ruta Solidaria Celia. Día 10