sábado. 27.04.2024

“Tierras Raras” en La Mancha, ¿Una oportunidad para nuestra tierra?

Análisis crítico de la posible pérdida de una oportunidad histórica de ser parte del liderazgo científico-técnico, económico y de defensa Medioambiental.

Muy posiblemente, y si no se lee mi argumentación hasta el final, automáticamente seré tachado de políticamente incorrecto como mínimo y de hablar en contra de la tierra que me ha visto nacer.

Análisis crítico de la posible pérdida de una oportunidad histórica de ser parte del liderazgo científico-técnico, económico y de defensa Medioambiental.

Muy posiblemente, y si no se lee mi argumentación hasta el final, automáticamente seré tachado de políticamente incorrecto como mínimo y de hablar en contra de la tierra que me ha visto nacer.

Nada más lejos, pues mi intención es argumentar las grandes posibilidades que se abren con ese don con el que la naturaleza nos ha obsequiado y poner un punto de objetividad para evitar todos aquellos argumentos, que quiero pensar bienintencionados, pero que automáticamente denostan cualquier opinión en contra (convirtiéndose la mayoría de la veces en arma arrojadiza entre los distintos partidarios de las diversas corrientes políticas).

Las “tierras raras” hoy en día son la llave para poder tener un planeta más limpio y menos contaminado, pues los 17 elementos presentes en esas llamadas “tierras raras” son la base del desarrollo de la industria energética llamada verde o limpia, es decir molinos de viento, placas solares, motores eléctricos e híbridos más eficientes y menos contaminantes (incluido el motor de hidrógeno cuya emisión es agua), baterías más eficientes y duraderas, pero aquí no acaba la relación de productos que gracias a los mencionados 17 elementos podemos disponer, pues gracias a las resonancias magnéticas también podemos disfrutar de una mejor salud y avances en investigaciones médicas, también podemos añadir a la relación, microscopios electrónicos, que permiten el desarrollo de la nanotecnología e investigaciones para conseguir avances en nuestra salud. Telescopios con los que escrutar el espacio exterior que nos rodea, y si bajamos al día a día, no podemos olvidar nuestros ordenadores, tablets, bombillas de bajo consumo y los anhelados teléfonos inteligentes y tantos y tantos productos que nos rodean.

Y si de inteligencia se trata, me pregunto si no sería más inteligente, plantear que no estamos en contra de la extracción de las “tierras raras” de nuestra tierra de cualquier manera, sino que pedimos que se haga de una manera responsable, controlada y con respeto a nuestro medio ambiente.

Posiblemente, aquí es donde se presenta el problema, cómo extraer los 17 elementos presentes en las “tierras raras” de manera limpia y sostenible. Mi respuesta es que deberíamos aprovechar para demandar la instalación de centros de investigación y el establecimiento de organismos controladores aquí en nuestra tierra, que además podrían ser la semilla de un desarrollo sostenible y de un futuro mejor para los que habitamos no sólo nuestra tierra, sino todo nuestro planeta. La investigación científica que es la base del conocimiento y por tanto del futuro, es lo que deberíamos reclamar para nosotros y nuestros hijos y a ser posible que se desarrollara desde aquí en donde nosotros vivimos.

Otros enfoques sobre el problema, considero que son erróneos pues de nuevo dejaríamos pasar el tren del progreso y a la vez una oportunidad para demostrar que es posible el desarrollo sostenible. También sería una oportunidad de reclamar industrias en nuestra tierra para reciclar y recuperar los elementos de dichas “tierras raras” presentes en tantos y tantos productos, que de no ser recuperados irían directamente a contaminar nuestro planeta.

Un proyecto para nuestra tierra de alguien que quizás intenta ver que nuestra especie es capaz de lo peor, pero también es capaz de lo mejor. Un proyecto de un idealista, pueden decir otros, pero quizás no seamos capaces de solucionar los problemas reales si no somos capaces de soñar.

Algunos dirán que se me olvida, que las “tierras raras” también sirven para el desarrollo de la industria armamentística, y evidentemente no soy tan iluso como para olvidarme de ese aspecto, pero soy lo suficientemente realista como para saber que si no cambiamos el orden mundial, ese aspecto cada vez tendrá más importancia, y cabe en éste momento decir cómo solucionaremos el hecho de que una sola nación, CHINA, acapare el 97% de la producción mundial actual de las “tierras raras”, y el poder que dicho aspecto le confiere, no sólo militar sino tecnológico y de apoyo a sus propias industrias en detrimento de las de otros países y en definitiva a ser ellos, o mejor dicho, su clase dirigente, quienes marquen nuestro futuro.

El valor geoestratégico de las "tierras raras" en la actual economía mundial, una oportunidad para el desarrollo local

Hoy en día, el 97 % de la producción de las “tierras raras” se realiza en China como antes he mencionado, pero además, el impacto medioambiental es tremendo y sin la posibilidad por nuestra parte de reclamar medidas correctoras debido a nuestra dependencia de dicho país y a que cómo podemos obligarlos si somos tan dependientes de su producción.

Es aquí donde quiero recordar a James Ephraim Lovelock, famoso por su “Hipótesis de GAIA”, que visualiza la Tierra como un sistema autorregulado, también inventor hace 50 años del detector de captura de electrones (ECD), una máquina pequeña y barata que revolucionó el mundo. El ECD es tan sensible que, si derramamos una botella de perfume en China, a las dos semanas el detector podría percibir partículas de ese perfume en el aire de cualquier parte de Europa que lo situásemos. Con ese invento sencillo y milagroso, los ecologistas descubrieron residuos de pesticidas en todo el planeta. Fue el propio Lovelock quien, usando su máquina, advirtió en mediciones realizadas sobre el océano la existencia de los CFC, los clorofluorocarbonatos que están alterando de una manera radical el equilibrio atmosférico. Todo esto dio lugar al Protocolo de Montreal y a cuanto ha venido después en el tema de la política medioambiental. Casi podemos asegurar que Lovelock cambió el mundo, y desde luego también podemos decir que es el padre de la ecología moderna.

Ésta mención a Lovelock, la hago básicamente para tomar conciencia de que no estamos a salvo de cualquier daño al medioambiente que ocurra en lugares tan alejados de nosotros como China. Alejar el problema evidentemente no lo soluciona. Algo parecido a lo que ocurre con el trabajo infantil que abarata los productos que compramos, y aunque dicha práctica se realice lejos de nuestros ojos no por ello nuestra conciencia debe permanecer tranquila.

Es por esto que no debemos olvidar que si no sustituimos la actual dependencia de las energías procedentes de la quema de los combustibles fósiles, el calentamiento global, nos llevará muy probablemente a desastres que barrerán gran parte de la riqueza de nuestra amada tierra, desaparecerá el agua, las vides y los olivos (aunque sean calificados de ecológicos) y todo aquello que hace posible vivir aquí, y que nos identifica con nuestra forma de vida. Este es otro de los grandes aspectos que nos deben hacer pensar en una solución que nos debe permitir el desarrollo de nuevas tecnologías para una extracción limpia y sostenible de esas “tierras raras”, y su posterior recuperación mediante el reciclaje de los productos que las contienen y además, si somos inteligentes, con tecnologías desarrolladas en centros de investigación e industrias ubicados en nuestra tierra.

Pongo un ejemplo, que quizás muchos conocemos por su cercanía y que gracias a la concienciación por conservar limpio nuestro entorno, se ha llevado a cabo. Hablo de los alpechines, subproductos contaminantes donde los haya consecuencia de la obtención de nuestro oro verde “el aceite de oliva”, en ningún momento creo que nadie pensara ni dijese dejar de producir nuestro “Oro verde” signo identitario donde los haya de nuestra saludable “dieta mediterránea”, porque en el proceso se produjera ese elemento tan contaminante como es el alpechín, líquido oscuro, con diversas sustancias disueltas y en suspensión. El alpechín, recién producido, tiene un olor que recuerda al del aceite; cuando fermenta, tiene un olor fétido. Su propio nombre, alpechín, alude a esta última característica, ya que proviene de la palabra mozárabe pechin, derivada a su vez de la latina faecinus, que significa de la hez. Otros nombres como murga, morga o amorca, del latín amurca, aluden así mismo a su carácter de jugo fétido. Es interesante señalar que estos últimos términos coinciden con uno de los nombres con que se denomina este producto en griego, mourga.” Pues bien, lo que se hizo fue investigar y desarrollar métodos para reprocesar dicho contaminante subproducto, de manera que dejase de ser un problema medioambiental. Posiblemente hemos encarecido el proceso de producción de nuestro tan amado “Oro verde”, pero considero que dicho encarecimiento ha merecido la pena.

En definitiva, con la actual tecnología, y sin querer renunciar a tantos avances y a sistemas más limpios de producción energética que eviten el caos de nuestro planeta, sólo cabe pensar que debemos empezar a controlar e investigar procedimientos no contaminantes para la obtención de “las tierras raras” y demandar, eso sí, un control jurídico y sin recovecos para que nadie piense saltarse las normas con el fin de abaratar el proceso por simples intereses económicos sin importarle quienes vivimos y queremos seguir viviendo en nuestra tierra.

Por último, y volviendo a mi argumentación inicial, y dado el valor geoestratégico que considero que tienen nuestras “tierras raras”, creo que es el momento de reclamar que no puedan ser extraídas a cualquier coste medioambiental y que si las quieren o las queremos, deberá ser en base a inversiones en nuestra tierra en centros de investigación y desarrollo que permitan conseguirlas sin contaminación, procesándolas aquí, obteniendo los valores añadidos que de ello se deriva, evitando ser meros productores de materia prima cuya riqueza viaje a otros lugares y por tanto, deberemos liderar o al menos formar parte de ese liderato científico-técnico y económico, que además sea el motor de desarrollo e iniciativa de industrias limpias en nuestra tierra, que consigamos una estructura económica basada en ésta oportunidad, que además constituya una riqueza permanente para cuando dicha materia prima haya sido extraída totalmente.

Si trabajamos todos juntos en ésta dirección, nuestro esfuerzo nos permitirá conservar nuestra manera de vivir, conseguiremos mantener limpia nuestra amada tierra,   y podremos ofrecerles un mejor futuro a nuestros hijos y a nuestro planeta.

Las “tierras raras” hoy en día son la llave para poder tener un planeta más limpio y menos contaminado

Fuente: artículo publicado bajo copyright de autor en GLOBEDIA 

http://es.globedia.com/tierras-raras-mancha-oportunidad-tierra

Comentario realizado a posteriori de por qué escribí el artículo:

En cualquier debate, creo que nunca "no debe ser no" y punto, pues cualquier tema puede ser analizado desde distintos puntos de vista y siempre es posible encontrar soluciones que los eslóganes y los titulares nos pueden estar ocultando.

Es evidente que se debe partir de una nueva ley de minas para evitar desmanes de quienes son partidarios únicamente de su enriquecimiento económico sin tener en cuenta los daños medioambientales que se produzcan. Así pues, lo que resalto en éste artículo es que la investigación y el conocimiento puestos al servicio de las personas pueden hacer realidad un planeta más limpio desde el punto de vista medioambiental, junto a un desarrollo sostenible y un consumo responsable.
Según mi opinión, la ecología no puede ser conservadora sino que debe buscar alternativas eficientes basadas en la investigación y el conocimiento para conservar lo que tenemos y además de una manera global.

Si conseguimos tener una visión global de los problemas, seguramente también consigamos una solución local y una mayor calidad de vida allá en donde vivamos, en éste caso, aquí en nuestra tierra, en Castilla La Mancha.

José Julián García García.

“Tierras Raras” en La Mancha, ¿Una oportunidad para nuestra tierra?