Aparté lo que estaba escribiendo para abandonar, por un momento el territorio social y político que nos envuelve, para sustituirlo por “otra cosa”. Sustituirlo por algo absolutamente diferente; por algo que nos muestra otra realidad. Estamos enfrascados, a veces sin quererlo, en un mundo tenebroso, lleno de telarañas, lleno de oscuridades, de indignidades, de infamias; no hablamos de otra cosa que de aquello que nos quieren vender los políticos. No escuchamos con la atención y la frecuencia que deberíamos que hay personas que se dedican, que han dedicado su vida a entregarse a los demás, pera mejorar el mundo.
Es como un paréntesis, de lo que vemos y oímos a diario. Como si no hubiera otro mundo que el de aquellos que organizan tramas para llenarse los bolsillos; como los que solo piensan en quitar a juan para poner a pepe; como los que se olvidan de la anticaspa cuando llegan al poder; como los que son capaces de pactar con dios y con el diablo; como los que nos mienten para sacar el cuello de tanta podredumbre; y como los que no quieren saber de otra cosa más que del cotilleo. Hagamos un paréntesis para ver otro mundo que afortunadamente existe.
Hay quien se ha dedicado a representar los deseos y los sueños en el escenario; hay quien ha arriesgado su vida para que conozcamos el horror de las guerras; hay quien está todos los días enseñando que “no pensar en la historia nos empobrece”; hay quien no ha dejado de trabajar para mejorar a los discapacitados; hay quien ha superado enfermedades con la fuerza del deporte; hay quien ha rescatado los valores del mundo a través de la literatura; hay quienes se entregan a los niños que sufren dolor; y hay quienes nos han demostrado que con empeño, se puede mejorar el espacio en que vivimos, y vivirán nuestros hijos. ¡Felicidades a ese otro mundo!