martes. 30.04.2024

Pura entelequia

Por sentido de oportunidad y fidelidad conmigo mismo, dejo aparcado el tema prometido del Congreso del PSOE, y escribo sobre la Fiscalía. Siempre he defendido la profesionalidad de los fiscales. Mi crítica, mi denuncia, mi grito, va dirigido al sistema de nombramientos, y a las presiones a las que están sometidos por parte de sectores interesados.

Por sentido de oportunidad y fidelidad conmigo mismo, dejo aparcado el tema prometido del Congreso del PSOE, y escribo sobre la Fiscalía. Siempre he defendido la profesionalidad de los fiscales. Mi crítica, mi denuncia, mi grito, va dirigido al sistema de nombramientos, y a las presiones a las que están sometidos por parte de sectores interesados. El caso que nos ocupa se refiere a la sustitución de fiscales que se han significado por la lucha contra la corrupción, por otros con perfil claramente menos incómodo para el poder político. La culpa no es de los fiscales; la culpa es de quienes tratan de influir descaradamente en los procesos judiciales.

Sí, los mismos que dicen ser los que más han hecho por acabar con la corrupción. ¡Pura entelequia! Me vienen a la memoria el juez inhabilitado por el caso Blesa, hoy condenado a seis años de cárcel, solo en una de las cuatro causas que tiene abiertas; o el juez que inició el caso Gürtel, hoy igualmente inhabilitado; o los nueve jueces que tuvieron que desfilar por el juzgado que instruía el caso Fabra; o los fiscales del Estado que han actuado como abogados defensores de corruptos.

Pero la gota que colma el vaso se ha producido hoy, oyendo al fiscal que ha instruido el caso de presunta corrupción del presidente de Murcia. Un fiscal destituido, que denuncia presiones y acosos hacia fiscales, en el terreno profesional y personal. Es la imagen perfecta de una dinámica mafiosa. El caso tiene la suficiente entidad como para iniciar una investigación exhaustiva y una cadena de ceses y dimisiones hasta que la imagen de la Fiscalía quede limpia.

Así no se acaba con la corrupción, porque no se trata de casos aislados como alguien quiere vendernos; la corrupción está organizada, está establecida desde los más altos cargos hasta los más bajos niveles; corrupción continuada y sistémica porque saben que hay impunidad. Y, ¿la oposición que hace? Están entretenidos en luchas entre Socialistas y Podemistas, entre Susanistas y Pedristas, entre Pablistas y Errejonistas. Pero a ninguno le he oído decir que va a llevar al Congreso una proposición pidiendo que tengamos una Fiscalía independiente, que se anule la prescripción en los delitos de corrupción, que se nombre un fiscal en cada juzgado de instrucción de España con el exclusivo fin de investigar todos los convenios de instituciones públicas con empresas privadas, desde treinta años atrás. Si no nos tomamos en serio la corrupción, la corrupción acaba con la democracia. La desigualdad y la corrupción se han adueñado del panorama social y político actual. Que España va bien es una pura entelequia.

Pura entelequia