sábado. 27.04.2024

El futuro en juego

Cabalgatas disgregadoras, reinas magas, niños católicos discriminados, “activistas” de FEMEN destrozando belenes, alcaldes que lanzan “mensajes navideños” a base de citas del Corán, intentos de eliminar al Niño Dios (centro de las celebraciones) y todo lo que significa de iluminaciones y decoraciones…unas Navidades raras.

rajoy

Cabalgatas disgregadoras, reinas magas, niños católicos discriminados, “activistas” de FEMEN destrozando belenes, alcaldes que lanzan “mensajes navideños” a base de citas del Corán, intentos de eliminar al Niño Dios (centro de las celebraciones) y todo lo que significa de iluminaciones y decoraciones…unas Navidades raras.

Eliminación de la imagen del Jefe del Estado de salones de plenos, cuestionar nuestra Historia en Granada, Cataluña sin gobierno ya más de tres meses y en manos de unos 3.000 radicales, socialistas a la deriva y podemitas jugando con el reglamento de las Cortes para trincar más pasta sin pudor alguno.

Unas Navidades raras, muy raras.

Tras las elecciones del pasado 20 de diciembre la situación política es complicada, muy complicada. El partido más votado tiene la obligación de formar gobierno y, desde mi modesta opinión, los partidos siguientes deberían ayudar a ello si queremos que España siga en la senda de la recuperación. Y sobre todo el PSOE debería tener altura de miras, sentido de Estado y dejarse de tonterías. ¡Quién me iba a decir a mí que echaría de menos a gente como Felipe González o Alfonso Guerra! Socialistas que sabían lo que es España y lo que es un Estado de Derecho. Por el contrario Pedro Sánchez y sus amigos no dudan en ponerse en manos de los más radicales, de los que aspiran a convertirnos en una dictadura de corte comunista y bananero. Los de Podemos creen que unos  tristes 69 diputados pueden imponerse sobre 350 en una reedición de aquel Frente Popular de la infausta II República que todos sabemos que consecuencias tuvo hasta terminar con el asesinato a manos de la Guardia de Asalto (la Policía Nacional de la época) del jefe de la oposición parlamentaria.

Hace unas semanas titulé este artículo “La hora de los valientes”. Bien, vuelvo a apelar a esos valientes que aman a su nación, que no quieren experimentos de corte radical, que no queremos que nos gobiernen a golpe de ocurrencias como Carmena, Colau o Quichi (o como se escriba ese “nombre”). Es la hora de que los socialistas de base exijan a sus dirigentes cordura y sensatez. Es la hora de que los buenos socialistas hagan escuchar su voz para que su partido no desaparezca engullido por la extrema izquierda. Es hora de que Pedro Sánchez se aparte a un lado y deje negociar a los que aman a España por encima de las siglas. Señores: no es hora de pensar en el partido, es hora de pensar en España y en los españoles.

Para mi están siendo unas Navidades muy extrañas porque no dejo de pensar en nuestro futuro. Los cuatro ejemplos que he dado al principio nos deberían bastar para ver a donde nos quieren llevar esas candidaturas, que bajo el paraguas de Podemos, van a conseguir embolsarse más de 2.700.000 euros al año a base de triquiñuelas y trampas al Reglamento del Congreso. Sí señores: dos millones setecientos mil euros en subvenciones, ellos que decían que luchaban contra “la casta”. Pero que poca vergüenza y que manera de engañar a la gente…

Es la hora de España, es la hora de que los socialistas de verdad alcen su voz y eviten los pactos con los que solo aspiran a convertir a nuestro País en una sucursal venezolana/cubana de la peor calaña. Siento no estar hoy especialmente optimista, hasta mi prima la de Sydney está haciendo las maletas con la tristeza esbozada en su rostro, pero es que no veo nada claro nuestro futuro.

Solo deseo que el PP sea capaz de hacer ver al principal partido de la izquierda democrática y europea de España que la deriva radical que está tomando no es buena para ellos ni para España. Se impone, hace falta, un gran pacto de Estado y mucha altura de miras, algo que no se si Pedro Sánchez tendrá en su hoja de ruta. Veremos en que acaba todo esto.

El futuro en juego