jueves. 28.03.2024

Las dos consecuencias directas que afectan a los niños, a sus padres, y por tanto a toda la sociedad en su conjunto son:

-    El descenso en la edad de inicio; Los niños de 2 y 3 años de edad acceden de forma habitual a los terminales de sus padres.

-    La conectividad permanente: Entre los niños y adolescentes que manejan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha desaparecido la expresión “hasta mañana”. En  casa, con los amigos, en la calle. En todos estos sitios utilizamos nuestros smartphones y teléfonos móviles para consultar las últimas noticias, mandar mensajes o ver lo que está ocurriendo en las redes sociales. Es la era en la que vivimos, la del yo conectado en todo momento.

Los adolescentes de 13-14 años son muy reacios a permitir que sus padres accedan a su perfiles en las redes sociales, les aconsejen sobre sus conversaciones, o vean las fotos que van a colgar antes de que lo hagan… Durante la adolescencia el peso del grupo de iguales es cada vez mayor, y el distanciamiento de los padres se hace notable.

Cuando nos planteamos “¿Cuál es la edad de inicio para el uso de las TIC?, ¿A qué edad debe un niño/a manejar una tablet o el smartphone de sus padres?”, la respuesta es: a la edad en la que estén acompañados de sus padres y éstos estén decididamente implicados en su formación. 

Para prevenir futuros problemas, tenemos que prestar atención a estos signos de alarma:

-    Demasiado tiempo de ocio tecnológico (más de 1-2 horas diarias).
-    Absorto ante la pantalla, tenso.
-    Excesivo gasto de dinero (juegos on-line).
-    Pedir dinero frecuentemente y cogerlo a escondidas.
-    Pensamiento: “me gusta, soy muy hábil, me buscan para jugar”.
-    Absentismo, disminución del rendimiento escolar.
-    Cambios repentinos de actitud, humor, comportamiento y personalidad.
-    Conflictos familiares por el uso del ordenador.
-    Incumplimientos de horarios y tareas domésticas.
-    Irritabilidad o reacción agresiva ante el intento de control de los padres.
-    Ocultación, negación (no reconocer la existencia de un problema), mentiras, justificación del uso excesivo y del cambio de comportamiento.

-    Más interés por el juego que por ir con amigos, estudios, hobbies, relaciones de pareja, etc.  Abandono de actividades habituales. Lo que ocasiona aislamiento y bajo rendimiento académico.
-    Quejas orgánicas inespecíficas, leves: cansancio, sueño, pérdida de apetito,…
-    Fracaso en el intento de dejar las actividades adictivas.
-    Refugiarse en el juego ante problemas y dificultades.
-    No aceptar la ayuda de familiares y amigos para resolver el problema.

Y lo mas, importante, ¿qué podemos hacer los padres y educadores para prevenir este problema? Las recomendaciones serían:

-    Fomentar y enseñar un “uso responsable”: no crear “hábito”: limitar el tiempo de uso, usar las tecnologías como “premio o privilegio” y no como un “derecho”, programar un horario de actividades en la Red, no conectarse solo, en la habitación, no contactar con desconocidos, ni dar datos personales (como actuarías en tu vida real), ni descargar archivos o programas “sospechosos”.
-    Usar filtros y programas para el control de contenidos.
-    Utilizar mensajes recordatorios en la pantalla del ordenador (tengo que hacer esta tarea, ir a deporte a tal hora,  o…STOP)
-    Potenciar la vida familiar: acompañarles participando en los juegos, con los amigos, etc.
-    Educar y reforzar “alternativas de ocio” (arte, deportes, música, lectura), existen infinidad de posibilidades que se reducen a las nuevas tecnologías cuando aparece la adicción.
-    Desarrollar factores personales de protección (la madurez, el autocontrol…).
-    La detección precoz de los problemas (recordando los signos de alarma que hemos comentado anteriormente) y, como siempre, pedir ayuda lo antes posible.

 

¡Cuidado con las nuevas tecnologías!