sábado. 18.05.2024
OPINIóN

Confesión de un español normal y corriente (pero sin complejos)

Yo soy un tipo normal, alguien a quien le gusta estar con su familia y sus amigos. Me gusta mi trabajo, me gusta viajar, me gusta la fotografía y la lectura, me gusta la gente sencilla y la gente creativa. Me gusta compartir un vino con las buenas personas, me gusta hablar con quien tiene opiniones distintas a la mía y aprender de ellas, o convencerlas, o llegar a soluciones intermedias. 

tarancon

Tengo mi sueldo a cambio de grandes sacrificios y mucha constancia, y no me quejo. No tengo la cuenta corriente rebosante pero no pido ni quiero más de lo que me corresponda, lo justo para vivir bien pero sin excesos. Tengo mi hipoteca, mi coche con diez años y otro en puertas de comprarme a pesar de que me quedaré sin mucho “cash” que digamos, porque no tengo ninguna tarjeta “black”. Y aun así estoy muy agradecido a la vida y no me quejo, cuánta gente honrada quisiera vivir como yo...

Y me gusta ver mi bandera en lo más alto de las competiciones deportivas, me gusta oír el Himno Nacional tan animado que tenemos, me gusta que dispongamos de tanto patrimonio cultural, natural y gastronómico. Me gusta leer o rememorar los grandes momentos en los que todos los españoles hemos ido a una y hemos logrado imponernos a nuestra leyenda negra de rencor y odio. Me emociono con los gestos que viví siendo pequeño y cuyo valor ahora comprendo, esos gestos que nacieron de esas personas que consiguieron hacernos libres, aunque sean muchos ahora quienes dicen que realmente no lo somos, normalmente porque las cosas no son como más les gustaría a ellos, suele ocurrir, es el drama de las minorías.

Me gusta el duende de los andaluces, la sobriedad de los castellanos y leoneses, la sencillez de los castellano-manchegos, el carácter abierto de los madrileños, el empuje de los vascos y navarros, la magia de los gallegos, la autenticidad de los asturianos y cántabros, la capacidad de emprendimiento de los catalanes, la nobleza de los aragoneses, el olfato de los valencianos y baleares, la alegría de los murcianos, el amor a la madre tierra de los extremeños y riojanos, la calidez de los canarios, el patriotismo de ceutíes y melillenses....

No soy "nacionalista español", no soy "facha", no soy inmovilista, no soy retrógrado, no tengo intereses ocultos ni odio a nadie por el hecho de ser de ningún sitio o ser distinto a mí o pensar diferente. No creo que ningún trozo de España me robe, porque creo que un país no se puede robar a sí mismo; en cambio sí pienso que algunos políticos nos mangonean o nos engañan o arman follones artificialmente para tapar sus vergüenzas y el uso indebido que hacen de los bienes públicos, o simplemente para esconder su mediocridad y su incapacidad para hacer frente a los problemas de la gente.

Y también pienso que el reparto de la riqueza debería limar las diferencias entre españoles, y no acentuarlas...

Creo en la solidaridad, creo en las personas más que en los territorios, creo en los valores que hacen grandes a los pueblos, creo en el cambio siempre y cuando se respeten los cauces consensuados, creo en el cambio de los cauces consensuados a través de nuevos consensos, creo en este conglomerado de territorios dispares pero siempre unidos que forman España. Creo que juntos no se resta nada, sino que se suma en todo caso solidaridad y se ganan economías de escala porque uno más uno son más de dos. Creo que nuestro único modo de afrontar los retos del futuro es estando unidos, no ya sólo dentro de España; sino dentro de la vieja Europa.

Me molestan las actitudes victimistas, me molesta la insolidaridad, me molesta que un modelo de organización de nuestra tierra descentralizado para llegar antes a los ciudadanos ahora sea una mezcla de reinos de taifas dirigidos con mezquindad. Me molesta que me miren por encima del hombro porque soy español, y más cuando lo hace alguien que es tan español como yo, aunque reniegue de esa condición. Me molesta que mi respeto por nuestros símbolos sea interpretado como un rasgo de épocas pretéritas y atroces, me molesta que simplemente por amar a mi bandera, la única y de todos, la constitucional, ya no sea "in" y me miren como alguien anclado en el pasado. Me molesta que se tenga que decir casi con vergüenza que se es español dentro de España, en cualquiera de sus territorios, y que por eso, por decir que soy español, se me falte el respeto. Me molestan los que quieren abandonar el barco, los que otrora lo expoliaban haciendo chantajes al gobierno de turno, los que cuando todo iba bien se aprovechaban del apoyo del resto de españoles para lograr grandes retos y grandes éxitos, llámense Olimpiadas o lo que sea; y en los momentos difíciles te salen con que mejor dejar que el barco se hunda con el resto de la tripulación a bordo, que yo me largo en mi yate a Andorra o a Liechtenstein.

Me irrita los que tergiversan la historia a su favor, los que deciden desde qué punto de la historia hay que comenzar a contar, los que en lugar de ofrecer a nuestros hijos una educación basada en la crítica constructiva y en la formación de criterios propios los adoctrinan a su antojo, los que quieren hacer las cosas que jamás autorizarían a  hacer a sus propios súbditos de su reino de taifas, los que piden libertad pero no permiten a un trabajador cualquiera  rotular su negocio con el idioma que crea pertinente; me molesta los que proclaman con vehemencia que España les roba y luego son ellos los que se llevan la pasta a manos llenas y por la puerta de atrás. Me molestan los que hablan de derecho a decidir pero no dejan decidir a unos padres que sus hijos aprendan en el idioma español que deseen. Me irrita esta gente que olvida que en los peores momentos el resto de españoles hemos llorado por ellos como si nos hicieran daño a nosotros mismos. Que lamentamos con impotencia e incomprensión igual que ellos la vil matanza de Hipercor o el asesinato a sangre fría de Ernest Lluch, o nos sentimos igual de desgraciados cuando los asesinos de ETA mataron al mosso Santos Santamaría que cuando mataron a cualquier otro guardia civil.

Y me dan lástima los que piensan que gritar "viva España" es un acto de mal gusto, cateto y chabacano. Me da lástima de estos jovencitos y no tan jovencitos que cambian la bandera de España por banderas pre-constitucionales y manchadas de negras leyendas, tanto si tienen pintado un aguilucho como sin son tricolores. Me apenan los que se muestran tibios por defender o ensalzar su país, o por condenar a los que lo agredieron desde dentro o desde fuera, y los que esconden su tibieza en subterfugios y juegos de palabras. Me irritan los que proclaman el eslogan vacío de que no son ciudadanos de España sino del mundo, como si España fuera una realidad extraterrestre. Los que no comprenden que se pueda ser una persona moderna, con valores, íntegra, alguien que quiera cambiar las cosas para barrer las injusticias (que haberlas haylas y muchas); que se puede ser alguien a quien le repugna la miseria y la pobreza y quiere acabar con ellas, alguien a quien le descompone el paro porque siempre tenemos un parado cerca que nos toca el corazón, a quien le cabrea el deterioro de los servicios públicos y a quien la desfachatez de ciertas actitudes de algunos cargos públicos le da náuseas: promesas incumplidas, demagogias, ambigüedades, tibiezas cuando hay que dar un paso adelante por este país, uso de los medios de comunicación públicos para apuntalar el poder, ambiciones desmedidas, sed de poder, poder, poder...

Me entristecen los que no comprenden que se puede sentir todo ese dolor pero sin ir de radical ni de progre, ni de comprensivo con las realidades nacionales que surgen como pompas de jabón en los peores momentos, cuando ya se ha exprimido a la vaca lechera y no hay más leche con la que llenar su propio cántaro. Me deprimen aquellos que no comprenden a quien cree que se puede salir de todo juntos y ganando todos, como hicieron esos señores en esa época lejana de los últimos 70, renunciando a muchas metas particulares para llegar a un estado de las cosas como las de hoy, donde se habla de falta de libertad porque hay libertad para hablar, donde se habla de déficit democrático pero de lo que hay déficit es de poder de convicción para que la gente cambie eso que denuncian con el poder de sus votos.

Soy una persona normal y corriente, con sus problemas y sus esperanzas, con sus aciertos y sus errores. Puedo estar equivocado en casi todo, seguramente. Pero amo a mi país, a pesar de todo, a mi país tal y como lo conozco, con sus grandezas y sus miserias; y aunque me miren como diciendo "este es un friki", yo digo: ¡VIVA ESPAÑA!

Confesión de un español normal y corriente (pero sin complejos)