Me repugna, que existan cargos públicos, que cobren sin ningún pudor este tipo de remuneraciones, que pueden denominar como quieran, y que tengamos una elevadísima y vergonzante tasa de pobreza infantil en nuestro país.
Me causa vergüenza ajena, aquellos lobos disfrazados con piel de cordero, que se jactan de democráticos y ensucian vilmente lo que representa el privilegio de ser un/a servidor/a público.
Y aborrezco mas aún si cabe, a esas élites que pudiendo acabar con estas manzanas podridas, hacen oídos sordos a estas situaciones, en lugar de extirpar de raíz el problema cuando existen evidencias probadas.
La dignidad de los auténticos políticos se demuestra día a día, huyendo de sobres-sueldos, de comisiones, de pucherazos y de todo aquello que vulnere el buen funcionamiento democrático.
Seamos capaces entre todos de distinguir al servidor público del carroñero público POR FAVOR.
Los ciudadanos nos merecemos ESE RESPETO.