viernes. 17.05.2024
OPINIóN

Don Quijada, ¿mi paisano? (1ª parte)

En el día de hoy, 29 de Septiembre, se cree que nació Don Miguel de Cervantes y se celebra su cumpleaños. Este año me animo a felicitarle públicamente dando a conocer que a mis cincuenta y dos años sigo leyendo a Don Quijote de La Mancha. Digo leyendo, pero estoy disfrutando porque creo haber encontrado todo aquello que se esconde detrás del texto, por lo que tengo que leer y estudiar cada capítulo infinidad de veces.

Ya desde el prólogo, Don Miguel nos permite “decir de la historia todo aquello que te pareciere...”. Dirige la obra al vulgo, entre los que me cuento, y anuncia que nos va a confundir y que escribe con temor de los hombres leídos y eruditos o de la Divina Escritura.

Pues consiguió su propósito desde la primera frase: “En un lugar de la Mancha...”, porque llevamos mas de cuatro siglos, intentando descubrir el lugar que me parece oculto en el propio enunciado, y que aún no me atrevo a revelar, aunque creo que se refiere mas a una cuerda, que a un recuerdo (de cuyo nombre no quiero atarme o colgarme) por lo que podría ser un nudo gordiano o de capelo eclesiástico.

Así es como entiendo la escritura del Quijote, con segundas intenciones, con la ironía del autor que escribe un libro de adivinanzas de principio a fin. Cada frase está formada con segunda intención, ocultando una historia que el autor teme expresar a las claras como predice en el prólogo. Esta adivinanza interminable, tiene que ver con el pensamiento lateral estudiado en psicología. Así está escrito el Quijote, a base de pensamientos paralelos. Realmente creo que se trata de los epitafios, alegorías y jeroglíficos, compuestos a la muerte del rey Felipe II, en tono crítico-burlesco. 

Estamos en pleno Siglo XVI en el que vivieron el autor, los protagonistas y los hechos ocultos. Estamos en el apogeo de la Santa Inquisición, la Reforma Protestante y Contrarreforma, el Imperio donde nunca se ponía el sol, la Gramática Castellana de Nebrija (Lengua Vulgar) y la Biblia llamada Vulgata. El pobre Cervantes le puso un par para escribir lo que parece una novela ingenua, pero que esconde la historia de España del Siglo XVI, donde cada personaje está encubriendo a una persona real, que queda oculta en alusiones a hechos, términos y obras de su vida que suponen pistas para descifrar el jeroglífico.

La primera vez que leí el Quijote, me pareció un tostón, ya que no soy muy aficionado a la lectura ociosa. Sin embargo, leyendo como si se tratase de una adivinanza y con un libro de historia al lado, descubro que Cervantes fue un gran periodista de la época, que conocía su historia contemporánea al dedillo o tenía una biblioteca donde informarse.

Pues vamos al grano, en el primer capítulo, describe las costumbres del protagonista y su mote “Quijada” y no encuentro a nadie con una mandíbula inferior mas grande que los Reyes de la Casa de Habsburgo, representados por Carlos I y su hijo Felipe II.

Pues desde aquí parto yo, y creo que Don Quijote los encarna como al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Estamos en plena Contrarreforma y teníamos unos reyes cristianos, pseudoherederos de la estirpe del rey David el primero, y su hijo Salomón el segundo.

Estamos ante un libro religioso, crítico con el Concilio de Trento y la corte española, donde van apareciendo, reyes, humanistas, mártires, doctores de la Iglesia o inquisidores que andan disfrazados de pastores, ganaderos, venteros, fulanas o arrieros.

Como siempre me gustó la historia del arte, ahora estoy estudiando historia del siglo XVI y los personajes mas relevantes aparecen en la vida de Don Quijote. Voy consiguiendo las piezas de un puzzle, a pesar de cometer errores para obtener algunas de ellas y tener que empezar otra vez, pero merece la pena el esfuerzo.

La Mancha, tierra en la que vivo cada día, no me recuerda mucho a las descripciones del libro y me parece que Cervantes la usa con un doble sentido. Estamos ante la decadencia del Imperio Español que es retratado en un área de llanuras inmensas e interminables para los viajeros, donde en verano no se pone el sol, considerando además la peculiaridad del nombre y que antiguamente, en lugar de manchegos éramos manchados, puede darse el doble sentido de la mancha que produce el pecado.

Parece que la indumentaria de nuestro querido Don Quijote, coincide con la del descubrimiento de América y posteriores Tercios, atribuidos a los Reyes Católicos, Felipe el Hermoso y Carlos V, respectivamente.

Algo pasado de moda para Felipe II, que en las “fotos” salía hecho un pincel. Imagino a Don Quijote hoy día, como un jubilado disfrazado de Superman, yendo a comprar el periódico o a tomar una cerveza.

La alimentación, a base de carnes rojas que les provocaron la gota y “algún palomino de añadidura los domingos”, que bien puede ser una vulgar mención a la Eucaristía.

Amigo de la caza, aficionado a los libros de caballería, que hasta vendió parte de su hacienda para comprar todos cuantos pudo. ¿Quien si no Felipe II tuvo la mayor Biblioteca de la época, que terminó instalando en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial?. Mi pueblo, Valdepeñas, se vendió al Marqués de Santa Cruz para saldar deudas del Imperio, así como Almagro, Santa Cruz, etc. Felipe II declaró tres bancarrotas.

Tenía en torno a los cincuenta años, los que vivió Carlos I, nuestro primer Don Quijote, y Felipe, el segundo enviudó a los 53. Tenía un ama que pasaba de los cuarenta, su esposa María Tudor que era mucho mayor que Felipe y parecía su madre, y una sobrina de añadidura que fue su última esposa y sobrina, Ana de Austria.

Pensando en paralelo, como creo que Cervantes hace dando nombre a los personajes, de los que yo sigo creyendo que fueron reales y relevantes a lo largo del siglo XVI, veamos a los del primer capítulo.

El amigo cura del pueblo de Don Quijote, se desdobla en los distintos consejeros religiosos de Felipe II, como fue el último, el Padre Sigüenza, que organizó la biblioteca del Escorial, “llamado Pero Pérez, graduado en Sigüenza”, que puede corresponder con Guijarro (piedra con guijarro) primer ayo de Felipe II. Ambos fueron religiosos y el segundo posteriormente se dedicó a la Inquisición,
estando sus libros en la biblioteca del Escorial.

El barbero, Maese Nicolás, podría ser Juan de Zúñiga, por el paralelismo de armas blancas (navaja y sable), que formó al entonces príncipe Felipe así como Nicolás y Antonio de Granvela, ambos consejeros de Carlos I y Felipe II.

En el final del primer capítulo, busca a su enamorada a la que pone el nombre de Dulcinea, asociando éste con Aldonza Lorenzo, siendo además un personaje que no dice ni una palabra en todo el libro. Entre otros pasajes, Don Quijote y Sancho, chocan con la iglesia cuando van a buscarla al Toboso. Creo que se trata del Dulce Nombre de María, o lo que es lo mismo, la Virgen María. Queda asociada además la idea del apellido Lorenzo, con la casa que construyó Felipe II, San Lorenzo del Escorial. Dulce y nueva se corresponde con una imagen de la Virgen, (pintura o escultura).

Una vez que Cervantes nos introduce al personaje en el primer capítulo, en los siguientes nos describe diferentes aventuras en las que además retrata un retablo, que muy bien puede ser el de la Basílica del Escorial. Desde el capítulo II hasta el XIV, sigue la iconografía del retablo para describir las aventuras, ya sea con los doctores de la Iglesia, como las diferentes pinturas que lo componen, cuyos grabados fueron reproducidos en la época por Pedro Perret, nombre del cura del lugar.

Ahora me viene a la memoria la visita que hice al sabio encantador Culipardo doctorado en Cuenca, cuando al hablar de todo lo anterior y lo que viene a continuación, me recomendó la lectura de Nicolás de Benjumea que al parecer interpretó el Quijote en el siglo XIX y también llegó a la conclusión de que Dulcinea representa a la Virgen María. Por ahora no tengo previsto leer a Benjumea hasta que concluya mi aventura, porque sería algo similar a que alguien me contara el final de una película. Ya lo haré después y aunque reconozco que al principio me frustré un poco, me alegré de no ser el único loco de leer el Quijote de esta manera, pensando en paralelo. Esto me ayudó a tener mas confianza en lo que estoy haciendo. Era difícil que en cuatrocientos años, nadie hubiera caído en la cuenta de lo que oculta el libro.

Don Quijada, ¿mi paisano? (1ª parte)