miércoles. 01.05.2024

¿Por qué no aceptar que vivimos cercenados por  la hostilidad de quienes monopolizan la sociedad caduca? ¿Será porque  estamos  en el  lado oculto?

Da lo mismo que se hable de compartir, cuando  no sabemos ni compartir las dádivas  injustas e inmerecidas que algunos por apellidos perciben .

Escucho como un susurro que me habla de orgullos, será que es lo único que queda cuando se vive en lo irreal y en lo falso, cual inmigrante encadenado con medallas de oro prestado en la ciudad de sus sueños, donde ocultas la profesión que serías incapaz de ejercer aquí.

Nunca me gustaron los “guetos” ni de inmigrantes ni de parados de larga duración, pero en mi pueblo “los hay”.

Justificar la incapacidad para adaptarse con la re-memorización irreal de lo que no es con banderas reales, cuando los hay capaces de ponerse a la altura de los del “otro lado”, crecerse y demostrar que somos mejores  que ellos y además no robamos al prójimo.

Nuevos jinetes del Apocalipsis,  se pasean por una España de tiempos revueltos de crisis e injusticias.

Prefiero seguir imaginándome la sociedad de los sueños, haciendo lo imposible por no huir, comprometido con el cambio y la apreciación de la riqueza que no se sabe administrar.

Pena nos causa ver la fuga de nuestros cerebros a otros países “mejor administrados” dejando despreciado cualquier opción de compromiso La calma sigue a la tempestad, unos pasan y otros quedan pero el tiempo se agota.

Leemos la prensa  y en los últimos años percibimos una  reiterada repetición de sucesos decepcionantes que siembran con pesimismo la capacidad de nuestra saciedad de enderezar el rumbo hacia su propio ocaso.

Recordar una y mil veces los valores que un día presidieron nuestra alma patria para después tomar tierra con la cruda realidad de una cotidianidad que nos sonroja, tiñendo  la crónica de sucesos del día a día.

Ni siquiera esa Iglesia de nuestra infancia tiene autoridad moral... acomplejada , sin liderazgo,  desaprovechando una de sus mejores oportunidades de  lidiar la recuperación de los valores y de una ética necesaria tras haberla perdido en últimas décadas. 

Nuestro mayor problema no es ni siquiera la corrupción cuando evidenciamos la erradicación de la decencia, los valores como el esfuerzo, la iniciativa individual, o la honradez, en una sociedad descrita a diario en los noticieros como caldo maloliente que hace germinar  la incultura, el trato de modernos esclavos, el sometimiento al poder, la envidia, la pillería o la misma delincuencia o la indecencia mas generalizada.

Invertir el mal rumbo es nuestro reto, aportando una herencia mejor a nuestros hijos.

El reto de seguir igual o cambiar en el lado oculto