sábado. 20.04.2024

 La maquinaria electoral de los partidos a nivel local y autonómico comienza a mover sus cojinetes, a engrasar sus armas de palabras programáticas y doctrinales para el día de la gran prueba, en el palenque de la gran jornada en que la Democracia devuelve el poder de decisión a sus legítimos dueños, que son todos los ciudadanos y ciudadanas mayores de dieciocho años. 

Se buscan nombres atractivos como candidatos y candidatas, se remoza la ideología de los partidos en un aggiornamento que consigue bajar los grandes ideales políticos de los distintos Partidos que habitan en el Olimpo, al acto político concreto y tangible de instalar, por ejemplo, más bancos en algunos lugares del pueblo o ciudad, o mejorar algunas carreteras comarcales, dentro de un elenco de acciones cuya prioridad y método dependerá de las distintas mundivisiones políticas.

Las elecciones municipales y, en alguna medida, las autonómicas, tienen la sustanciosa característica de poder elegir candidatos que casi todos conocemos en el roce de la vida ordinaria y cotidiana. Conocemos su imagen, su forma de saludar, sus profesiones, sus ideas más personales, su capacidad, y en algunos casos un poco de su biografía. Son vecinos nuestros o eso que llamaba Séneca “conservi”, esto es, compañeros en los avatares diarios que se imponen en la vida como una esclavitud inherente a la frágil condición humana. Nos rozamos con nuestros candidatos y podemos barruntar mejor su respuesta política personal que en una confrontación electoral de ámbito nacional. Por eso Aristóteles consideraba que la “pólis” o ciudad ideal debería tener cinco mil electores, que es el número de ciudadanos que más o menos un elector puede conocer. Pues desde la primera Democracia es un hecho que el sistema político democrático ha querido aminorar al máximo el factor sorpresa. Si ya tenemos la experiencia de que  quien creíamos conocer nos sorprende, imaginemos qué nos sorprenderá a quien no conocemos de nada. Siempre la cara y los gestos nos dirán muchas más cosas y serán indicios de la ulterior gestión política de nuestros vecinos electos. A diferencia de otros partidos no liberales ni demócrata-cristianos, el PP siempre ha creído que los afiliados enriquecen al Partido a través de su singularidad única con la que han llegado al mundo, y el Partido no los debe para nada convertir nunca en un modelo humano rígido, como un clon o soldadito de plomo troquelado a partir de un único paradigma. Los mejor de un partido liberal como es el PP es la suma de las singularidades que lo constituyen.

Es por ello que por ese motivo de inmediatez, de máxima cercanía casi física entre electores y candidatos, que la Ejecutiva Local del PP de Valdepeñas, presidida por don Antonio de la Torre Camacho, considera que en estas elecciones existen todas las razones para que todo el mundo vote, para que la participación sea masiva, fundamentada en el hondo conocimiento de los candidatos, y así todo el pueblo en su conjunto pueda incorporarse en el Ayuntamiento a través de sus representantes electos.

 

Ante las elecciones autonómicas y municipales