jueves. 02.05.2024
OPINIÓN

Globalizar la democracia

Se habla mucho en los últimos tiempos de la desafección de los ciudadanos hacia la política. El problema es muy complejo, y se ha originado por muchas muy variadas causas. Pero quizá una de las más fundamentales sea que la sociedad no se ve representada en las instituciones políticas.

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La cesión del poder político en favor del poder financiero, la falta de regularización política sobre los mercados, y la prioridad de intereses de una élite social, ha llevado a una sociedad que no se ve reflejada en la política.

No es al sector privado, ni a los sectores especulativos, a quienes les corresponde, ni auto-gestionarse, ni mucho menos gestionar los intereses colectivos, el interés general. A ver cuando se nos va a meter en la cabeza de que el poder financiero es una herramienta del poder civil. Cuando el poder militar suplanta al poder civil se producen las dictaduras políticas. De la misma forma cuando el poder financiero suplanta al poder civil, se origina otro tipo de dictadura, pero dictadura al fin y al cabo.

Quizá sea oportuno hacer un paréntesis en este punto, porque nuestra insistencia en responsabilizar a los nacionalismos de ser el principal obstáculo en el avance hacia la Unión, pudiéramos haber dado lugar a cierta confusión. La Unión Europea se llamó desde el principio “La Europa de los Pueblos. La gobernanza global basada en la solidaridad y la cohesión, nunca debe suponer merma alguna en el respeto a la cultura, tradición e idiosincrasia de las nacionalidades que la componen.

La sumisión de la política a los intereses económicos especulativos, ha traído como consecuencia la pérdida de relevancia de nuestra Europa. Europa ha sido relevante por demostrar que se puede crecer, y se crece más, priorizando el bienestar social. Hemos sido exportadores de ese bienestar.

La globalización no es mala. Lo malo ha sido globalizar la economía, o más bien los intereses económicos, sin prestar atención a la globalización de la democracia política. Se puede, en el ámbito de la globalización, ceder una parte del poder nacional a la Unión Europea. Es necesario y conveniente si queremos globalizar la solidaridad, pero si a su vez las instituciones europeas ceden el poder recibido de los distintos estados que la componen, a otras élites internacionales, o a los estados más poderosos, estaremos perdiendo bienestar algunos países en favor de los más poderosos.

Para las fuerzas políticas progresistas el proceso globalizador debe ser una oportunidad para promover el intercambio de conocimiento, la prosperidad equitativa de todos los pueblos, los valores de equidad, progreso, cohesión social, sostenibilidad medioambiental, la universalización de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales, y más y mejor democracia. Es imprescindible para impulsar la vocación igualitaria frente a la brecha de desigualdades que se han abierto durante este intenso periodo de crisis económica sustentada en la desregularización de los mercados.

Globalizar la democracia