martes. 16.04.2024

Por supuesto que este es un tema como la inmensa mayoría de los que trato en los artículos que son poliédricos y polémicos. No es mi intención avivar la polémica, ni el enfrentamiento o confrontación con otras posturas, sería a mi entender una paradoja y una contradicción defender a los animales, no utilizar la violencia contra ellos, y por otro lado, si utilizar la violencia, aunque sea verbal contra otros seres humanos que piensan de otro modo o de otra manera. Y también indicar que como en multitud de temas o cuestiones, estas reflexiones se enmarcan en un artículo de opinión con las limitaciones inherentes a este formato y, que también no suponen al que escribe ser un experto o un especialista.

Por lo tanto, no voy a dar cifras de organismos y organizaciones nacionales o mundiales, pero si intentaré que esta cuestión se centre en algunos temas de reflexión o matización, porque la realidad es enormemente compleja, y es tan extensa y vasta que es imposible a mi modo de ver, de perfilar con total seguridad en todos los extremos:

Lo primero que hay que indicar, es que todo animal es un ser viviente y sentiente. Es decir, es una obviedad que es un ser vivo y es un ser que siente, por tanto, se alegra y sufre. No vamos a entrar en la cuestión tan archimanida de los sentimientos y emociones de los animales. Por lo cual, como todo ser viviente y sentiente, por sí mismo tiene que tener unos derechos y de alguna manera, unos deberes. No entremos en cuestiones de la filosofía jurídica y moral, diciendo que no tienen derechos o deberes seres irracionales que no alcanzan un cierto grado de libertad, racionalidad, conciencia, pensamiento, entendimiento, etc. Sino que todo ser o todo ente por ser y al ser tiene una presencia en el mundo, y por si mismo tiene unos derechos. En el caso de los animales no podemos hacerles sufrir y hacerles violencia, sin sentido, o dicho de otro modo, de forma gratuita. No hay que decir, que no estamos hablando de que un animal equis de una especie zeta te ataque y tu vida esté en peligro.

No podemos olvidar que nosotros somos también animales, sea en la definición aristotélica, animales racionales, o sea en la definición de Tomás de Aquino, animales racionales con alma inmortal. Por lo cual, hay aspectos de nuestro ser que son similares al de los animales, ciertamente en las especies animales hay una escala muy grande desde los simples bacterias hasta los animales con multitud de células o pluricelulares, desde los peces hasta los mamíferos, y dentro de los mamíferos desde los ratones hasta los primates. Y aunque haya diferencias enormes, ontológicas y ópticas, en lenguaje especializado entre un animal y un ser humano, eso no quita que el animal por ser, por ser y estar en el mundo, no tenga también o no sea merecedor de unos derechos, y de alguna manera de un determinado comportamiento, y derivado de ello, exigirle un comportamiento o esperar de él un comportamiento…

En todos estos temas que son tan polémicos y con tantas perspectivas, no hay que olvidar que no es simplemente otorgar derechos a los animales, derechos humanos a los animales, sino otorgar derechos a los animales que surgen de su propio ser, de su propia naturaleza…

Podríamos indicar que los animales en cuanto a la relación humana, se podría dividir en varias categorías: aquellos animales que tienen un significado para la alimentación o la investigación humana, aquellos animales que tienen una relación en cuanto diríamos a la compañía humana, aquellos animales que tienen una relación diríamos a la fiesta o al festejo humano o se utilizan para ello, y por último, una enorme categoría de animales que por lo general, el ser humano “los deja en su hábitat, y que no tienen una importancia directa, sino como representantes de un ecosistema mundial, cosa que es enormemente compleja y esencial para el mismo ser humano”.

Por lo cual la relación del ser humano, individual o de forma colectiva, con cada una de esas categorías anteriores, pueden existir otras, es muy diferente… no es lo mismo, pongamos el caso la relación del hombre con las gallinas de granja, con el perro de compañía, con el toro de lidia, con el león de la sabana…

Se habla de que existen entre dos y veinte millones de especies vivas en el planeta actualmente, sin olvidar las que se han extinguido. Es decir, animales y plantas o los tres órdenes de la realidad viviente del planeta. Por lo cual, deberíamos ser conscientes que los beneficios potenciales que podrían otorgar al ser humano, de curar enfermedades humanas son ilimitados, de la belleza inherente a los animales, etc.

No podemos terminar este artículo sin tratar la cuestión de qué le lleva a un ser humano, que se le rompe en su interior, en su cuerpo o mente o alma, cuándo maltrata a un perro matándolo a palos, o lo deja con total libertad y conciencia y consentimiento que se muera de hambre y le proporciona una muerte lenta durante días o semanas…  

¿Qué cosa se le ha roto por dentro a una persona para llegar a ese nivel de crueldad…? No vamos a entrar aquí en cifras o en casos que llegan a las autoridades, de maltrato animal, en nuestro país, sean perros o gatos, etc.

¿Qué se le rompe por dentro o qué tiene roto por dentro un ser humano para llegar a ese hecho o ese acto, sea sabido por la autoridad administrativa o pase desapercibido…?

¿O qué se le ha hecho a esa persona, en su infancia o en su juventud, para que termine haciendo eso a un ser viviente, sea un perro, sea un gato…?

Por supuesto algunos maltratos son achacables a personas con graves trastornos de personalidad o claramente enfermedades y patologías, por lo cual en cierto modo no son responsables por no tener suficiente conciencia psicológica y moral…

Pero también no podemos terminar este artículo sin mencionar otro caso contrario, que se ha dado en la historia, personas que maltratan a otros seres humanos, se ha visto en guerras y conflictos armados, y después llegan a sus casas y acarician a sus animales, a su perro de compañía o a su mascota, dándole un trato casi como un humano…

En esta tesis se puede producir una serie de casos fuertes, por ejemplo, se vio en la segunda guerra mundial, personas que maltrataban y masacraban a personas en campos de concentración y después llegaban a sus casas, y jugaban varias horas con su mascota, e intentaban que éstas fuesen felices.

Y podemos ver, me temo, más de lo que nos gustaría, personas que en sus profesiones y oficios, tratan a otros seres humanos con poca amistad, con mucha confrontación verbal o con mucha autoridad o autoritarismo, con mucha soberbia o con ataques de ira y cólera, con todos los matices que existen, y después llegan a sus casas, y son perfectos padres o madres de familia, especialmente con sus mascotas…

Para terminar no deberíamos olvidar, aunque sea de forma hipotética e imaginaria, que si existiesen otras civilizaciones en el universo, civilizaciones más desarrolladas que nosotros, podrían pensar que nosotros somos muy inferiores para ellos, y por tanto, somos para ellos como animales comparados con ellos. Incluso con este ejemplo imaginario, no creo que a nadie le gustaría ser tratado por una especie extraterrestre muy superior a la nuestra, sea superior ontológicamente o sea superior en cultura o acumulación cultural, repito no creo que a nadie le gustaría ser tratado como animales, animales aunque con una cierta inteligencia… De todas formas no olvidemos que los animales por su ser y su esencia tienen derechos, pero también las personas humanas.

Maltrato a los animales