Esta carga clasicista, alejada de las necesidades reales de los alumnos, fue puesta en entredicho. Se oponía al sentido universal de la educación. Así surge la intención democrática y progresista en las pretensiones de profesores de Secundaria, dado que los estudios academicistas daban una fuerte ventaja a las clases acomodadas por sus mayores posibilidades de acceso a la cultura.
De este modo la escuela comprensiva democratizó la educación al vincularla a las necesidades sociales y al hacerla cada vez más universal hasta convertirla en obligatoria. A niveles curriculares, se planteó como una preparación para la vida. Se fueron dando cuenta que el modelo comprensivo respondía más a las necesidades generales de todos los estamentos sociales. Ofrecía mayores posibilidades a los inmigrantes y, en general, a todos los ciudadanos sin distinciones de ningún tipo.
Lo que se inició en el Estado de Nueva York, por su mayor incidencia migratoria, se fue extendiendo posteriormente a otros estados hasta generalizarse el modelo comprensivo. Y de ahí al resto del mundo occidental, influidos la Escuela Americana.
A partir de ese momento las señas de identidad del modelo comprensivo van a ir asociadas al sentido progresista de los sistemas educativos modernos. El modelo selectivo ha quedado reducido a los sectores más conservadores que no creen en la escuela universal e integradora, y que los españoles debemos defender como algo muy nuestro porque es el modelo que más garantiza la igualdad de oportunidades.