lunes. 06.05.2024
OPINIóN

Notas desde la barrera Cap. IX: Volverás a Ispahán

En "El gesto de la Muerte" de Jean Cocteau, se narra la historia de un jardinero persa que, aterrado, le pidió a su príncipe un caballo para huir, pues había visto a la Muerte esa mañana y ésta le había hecho un gesto de amenaza. El príncipe, bondadoso, se lo prestó para que esa misma noche el jardinero pudiera estar con su familia en Ispahán. 

A la tarde, el príncipe se encontró con la Muerte y le preguntó: "¿Por qué hiciste un gesto de amenaza a mi jardinero?". La Muerte le contestó: "No era de amenaza, sino de sorpresa. No esperaba verlo aquí esta mañana, porque esta noche tengo una cita con él en Ispahán". Cada uno que saque la conclusión que quiera, la mía es que a menudo encontramos nuestro destino en aquello que hacemos para evitarlo.

Abrumado entre encuestas que dicen que será el más votado, pero sabiendo que es probable que no pueda gobernar. Así vive Mariano Rajoy el día a día de esta campaña electoral eterna que empezó al día siguiente de las últimas Elecciones Generales. La Muerte no le ha hecho un gesto, sino cinco ya. Andaluzas (por 2 veces), europeas, municipales y catalanas; en todas estas elecciones la Muerte repite el gesto que muchos ven de amenaza y que igual es de sorpresa. En algunos casos Rajoy se ampara en que fueron los más votados y un contubernio diabólico le arrebató lo que era suyo. En otros ni siquiera esa excusa le vale.

Que nadie crea que el Presidente no ha visto esos gestos. Es plenamente consciente de que debe tomar medidas que eviten la Muerte política a la que parece haberse abocado. Y por eso las está tomando, aunque sean equivocadas. Cambia caras para generar simpatía hacia su persona sin darse cuenta de que la simpatía que puedan generar no irá hacia él, sino a los que dan esa cara. Se toma cañas con los vecinos para parecer cercano pero nadie se olvida del plasma, algo que le perseguirá de por vida. Lo confía todo a la economía y además le pone apellidos, sin darse cuenta de que la etiqueta "con alma" no sirve para aquellos que siguen sin poder trabajar y mucho menos a aquellos que, trabajando, siguen sin poder llegar a fin de mes. Y sobre todo vuelve a confiar en Arriola, el gurú político que ha demostrado sobradamente que es incapaz de de conseguir que Rajoy conecte con la calle, y del que se tienen serias dudas de si es malvado o sólo estúpido; casi se preferiría lo primero, porque a la larga la estupidez hace mucho más daño que la maldad.

Todo desemboca en una sucesión de grandes tragedias. La gran tragedia de Rajoy es que nadie quiere pactar con él; ha unido el destino del Partido Popular al suyo sabiendo que muchos de los que están por debajo de él en el escalafón preferirían otro candidato menos antipático, menos soberbio, alguien con quien los demás partidos pueden entenderse. La gran tragedia de los que están a su alrededor es saberse atados al destino de un hombre que cada vez está más cerca de su final político porque si gana sin mayoría absoluto verá un pacto contra él, y si no gana será defenestrado en el próximo congreso del partido. La gran tragedia de los cargos intermedios es que sólo viven por mantener unas poltronas y unos privilegios que en esta ocasión están extremadamente caros, sin importarles los problemas de los militantes, de los pueblos, de las bases. La gran tragedia de los militantes es saberse no escuchados por aquellos que deberían atenderles, porque éstos temen y saben que si se llegara a democratizar el partido y esos militantes tuvieran voto perderían esas prebendas que se resisten esforzadamente a soltar. Y no porque esas tragedias sean comunes a otros partidos dejan de ser menores, sólo las convierten en rutinarias. Mientras tanto, los que advierten de que la Muerte está ahí, haciendo gestos, son despreciados y ninguneados bajo consignas de que aquí no pasa nada, que las encuestas les dan como ganadores. Se empeñan en no ver que de victoria en victoria, el Presidente camina firmemente hacia la derrota final.

Rajoy cabalga raudo hacia Ispahán, creyendo que así podrá eludir la Muerte política que esta mañana le hizo un gesto. Corre sin saberlo hacia ella, y en esta loca carrera arrastrará a un partido que necesitará muchos años, otras caras y distintas políticas para volver a ser lo que fue hace poco. El Presidente no sabe, no quiere saber, que esa Muerte política le está esperando pacientemente, fiel a su cita. 

Notas desde la barrera Cap. IX: Volverás a Ispahán