viernes. 26.04.2024
OPINIóN

Notas desde la barrera Cap. XXXIX: Cuento de Navidad… en junio

No se extrañen si se descubre que una de estas noches Mariano Rajoy se ha transformado en algo parecido a Ebenezer Scrooge, el protagonista de “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, y tiene sueños en los que se le aparecen los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras.

Imágen de la Película "Cuento de Navidad" de Walt Disney

Y no lo digo porque el Presidente sea un hombre egoísta al que “su frío interior le hiela sus viejas facciones” (como escribía Dickens), sino porque estoy seguro de que las dificultades a las que parece enfrentarse en los últimos tiempos bien pudieran materializarse (es un decir) en unos fantasmas que le perseguirían en sueños y que no lo dejarían descansar en paz. Y, siendo puristas, estos espectros no representarían a la Navidad, sino al Gobierno. Pero el caso es que el pobre Mariano tendría pesadillas.

La cosa empezaría más o menos así. Rajoy, tras una larga jornada de mítines y actos electorales, vuelve a la Moncloa para disfrutar de su bien merecido reposo. Cansado pero feliz por las últimas encuestas, se mete en la cama confortado por las nanas del gran gurú Pedro Arriola que suenan en su cabeza, quedándose dormido al poco rato. Sin embargo, bien poco dura la paz. Un pavoroso fantasma se le presenta en sueños: es el espíritu de los Gobiernos pasados. Tiene la forma de un señor bajito con muy mala leche, la sombra de un bigote sobre el labio superior y acaba todas sus frases con la coletilla “Mire usted” (entónese con acento tejano).

Este espíritu no para de tirarle al pobre Mariano pellizcos de monja mientras le susurra al oído frases del tipo “yo gané dos elecciones, mire usted” o “mi gobierno era mejor que el tuyo, mire usted”. No cesa de hablar de déficit desbocado, deuda inasumible y reformas de calado. El pobre Mariano bastante hace con balbucear palabras de disculpa mientras trata de huir, pero el espíritu es persistente y sigue gritándole “Cataluña, mire usted” y “populistas, mire usted”. Cuando Rajoy cree no poder aguantar más, se despierta bañado en sudor mientras le parece ver desvanecerse la sombra de un cuaderno azul.

Todavía aterrado por lo que acaba de pasar, el Presidente se dirige a la cocina a prepararse una tila calentita. Sin embargo el sueño le vence y se queda dormido con la cabeza apoyada en la mesa. Es entonces cuando entra el espíritu del Gobierno presente. Tiene la forma de un engendro de muchas cabezas. Una de ellas agita una coleta al aire mientras repite las palabras “casta” y “sorpasso” insistentemente. Otra con cara de antiguo jugador de baloncesto guapo grita repetidamente “pinza” y “Susana no”. Otra con las facciones de un mal modelo de Armani metido a político reitera una y otra vez “yo soy el centro”. Y el resto de cabezas, que al pobre Mariano le suenan por verlas todos los viernes en el Consejo de Ministros, dicen “en funciones no comparecemos” a varias voces. El guirigay es tremendo en la cabeza del Presidente, que sale corriendo en sueños mientras la deforme criatura le persigue. Rajoy se despierta con un grito cuando el fantasma está a punto de atraparlo en la sala del Consejo.

Todavía asustado por lo que acaba de ver, el pobre Mariano decide pasar de la tila que ya está enfriándose en la mesa de la cocina y tomarse algo más fuerte. Se dirige resuelto al mueble bar, con ese paso trotón que ya se ha convertido en una de sus imágenes icónicas, coge una botella de whisky y se va directo hacia su sillón favorito. Allí, junto a varios ejemplares atrasados del “Marca”, agarra un vaso y se echa el primer lingotazo al gaznate. Va ya por el tercero cuando una bruma empieza a aparecer en un rincón, y de ella sale el espíritu del Gobierno futuro.

Rajoy se tapa la cara con uno de los “Marca”, de modo que lo primero que ve el espectro al dirigirse hacia el Presidente es una fotografía de Cristiano Ronaldo rematando de cabeza. Rajoy se asoma por encima del periódico y ve entonces a una figura a la que la iconografía popular siempre ha identificado con la Muerte: largo hábito, capucha echada sobre la cabeza, cara de calavera, una guadaña en la mano izquierda y un reloj de arena en la derecha. Con voz cavernosa, le ordena a Mariano que le siga y éste, aún con el “Marca” en una mano y el vaso de whisky en la otra, obedece. La cara de Cristiano Ronaldo en la portada refleja tanto asombro como la de Rajoy, aunque hay que reconocer que parece menos asustado que el Presidente.

El espíritu lo lleva a un campo donde se ve una lápida con la leyenda “Aquí yace la carrera política de Mariano Rajoy”. A cada uno de los lados, dos periódicos. En uno se puede leer “Iglesias, nuevo Presidente del Gobierno con el apoyo del PSOE de Susana Díaz”. En el otro, “Gobierno del PP con el apoyo de Rivera a cambio de la cabeza de Rajoy”. El fantasma, con voz profunda, le dice “sólo puede pasar una de estas dos cosas, y en cualquiera de ellas estás acabado”. Después desaparece envuelto en humo y el pobre Mariano se queda de pie en medio del salón, todavía agarrado al “Marca”. El vaso, sin embargo, se le ha caído al suelo, dejando una gran mancha de whisky a sus pies, en la alfombra. O al menos eso es lo que quiere pensar, que esa mancha es whisky. “Mi mujer me va a matar”, piensa.

Todavía temblando, y después de haberse cambiado de ropa (la mancha, después de todo, no era de whisky), vuelve a meterse en la cama sudoroso y temblando. Elvira, despierta por el temblor, le pregunta que dónde estaba y qué estaba haciendo. El pobre Mariano la mira con ternura y le dice: “recuérdame que mañana tengo que ir a bushcar a alguien que me adieshtre en el arte de contar nubesh”. Poco después se queda dormido, pensando que ante los sueños premonitorios lo mejor es hacer lo que mejor se le da: nada.

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Notas desde la barrera Cap. XXXIX: Cuento de Navidad… en junio